jueves, 3 de enero de 2013

120JC - artemi-arthaḥ



SRI

NRSIMHADEVA

MULTIPLY


juancas

SRI NRSIMHADEVA - MULTIPLY

Creado por juancas  del 03 de Enero del 2013


120JC - artemi-arthaḥ
Jun 22, '07 12:40 PM
para Todos


ARTEMIDOS

Nombre cristianizado de Artemisa. (La Diosa Blanca de R. Graves, 1º)

NACIMIENTO DE ARTEMIS

En las rodillas de Zeus estaba la niña Artemis. Veía sus deseos ante sí, y los enumeró todos al padre: ser siempre virgen; tener muchos nombres, para desafiar al hermano; poseer un arco y flechas; llevar una antorcha y un peplo rayado hasta la rodilla, para cazar los animales salvajes; disponer de una escolta de sesenta Oceánides; y, como servidoras, veinte Ninfas de Amniso para que se ocupen de las sandalias y de los perros; gozar de todas las montañas; de las ciudades podía prescindir. Mientras hablaba, intentaba asir, inútilmente, la barba del padre. Zeus rió y asintió. Se lo daría todo. Artemis le dejó, sabía adónde ir: primero a las boscosas montañas de Creta, después al Océano. Y allí seleccionó sesenta Ninfas. Todas ellas tenían nueve años.

La virginidad perenne, que la pequeña Artemis pide como primer don al padre Zeus, es la señal invencible de la distancia. La cópula, mixis, es “mezcla” con el mundo. Virgen es la señal aislada y soberana. Su correlato, cuando lo divino intenta tocar el mundo, es el estupro. (págs. 54, Las Bodas de Cadmo y Harmonía, Calasso).

ARTEMIS Y LA LOCURA (EL SIMULACRO DE ARTEMIS TÁURIDA).

Oculto en un cañaveral, no lejos del Eurota, yació durante años el simulacro de madera de la Artemis Táurida. Orestes la había robado del santuario. Viajó largo tiempo estrechándola entre las manos, durante todo ese período sintió que la locura planeaba sobre su cabeza. Después, cierto día, pensó que intentaría vivir a solas, y ocultó la estatua en aquel lugar salvaje. Dos jóvenes espartanos de sangre real, Astrabaco y Alopeco, la descubrieron por casualidad, removiendo las cañas. Erguida, rodeada de juntos, la estatua les contemplaba. Entonces los dos espartanos enloquecieron, porque no sabían lo que veían. Ahí está el poder del simulacro, que sólo cura a quien lo conoce. Para los demás, es una enfermedad.

Alrededor de la pequeña y ligera estatua de Artemis, los espartanos construyeron un templo. Lo dedicaron a Artemis Ortia y Ligodesma, erguida y atada por juncos. Muchos le ofrecían máscaras, en general horripilantes, seres de la noche y del subsuelo. Como un tiempo antes en Táuride, cuando Ifigenia la cuidaba y lavaba, la estatua esperaba que sangre joven se derramara para ella. Pero hasta los espartanos, a veces, podían mitigar una costumbre. Decidieron no matar más muchachos, sino fustigarlos hasta hacerlos sangrar delante de la diosa. Se vio entonces a los altivos espartanos, los que utilizaban para hacer incursiones por los campos para matar ilotas, por juego, por burla, aceptar que otro muchacho levantara muchas veces sobre ellos la fusta. Algunos de los fustigadores eran más tímidos, sobre todo cuando los fustigados eran muy bellos o pertenecían a las familias más ilustres. Esto disgustó al simulacro. La sacerdotisa la sostenía junto a los muchachos fustigados. Pero, si los latigazos se volvían titubeantes, el simulacro comenzaba a pesar más y más, como un meteorito que quisiera hundirse en el suelo, y decía: “Me hundís, me hundís.” (págs. 234, Las Bodas de Cadmo y Harmonía, Calasso).

HIPÓLITO Y ARTEMIS

Dioniso reapareció en la tierra, después de salir del Hades, llevando de la mano a su madre Sémele, allí donde después se alzó la ciudad de Trecén. Pasaron años. Cerca del lugar donde Dioniso y Sémele habían salido se hallaba un estadio. Todos los días se entrenaba en él el príncipe Hipólito. Era un órfico, se abstenía de la carne de los animales, se abstenía de las mujeres. De los amores sólo sabía lo que veía en los espectáculos y en las estatuas. Hijo de una amazona, no aspiraba a sobresalir en la ciudad. Profesaba incredulidad acerca de la “dulzura del poder”. Su culto eran los libros, y el humo embriagador de las “palabras solemnes”. Se entrenaba, se transformaba, y esto era todo para él. Los malévolos decían que “se honraba a sí mismo.” Y en cambio, encerrada en la integridad, su “alma virginal” adoraba a un único ser, externo e íntimo: la virgen cazadora, Artemis. Cazaba para ella en la selva, le servía como un esclavo, protegía sus simulacros.

Hipólito suponía que estaba solo mientras se entrenaba en el estadio, desnudo, al alba. Su cuerpo era reluciente, intocable. Pero dos ojos de mujer le seguían en todo momento. Apostada en su observatorio encima del estadio, en el templo de Afrodita Catascopia, de la Afrodita que “espía desde arriba,” la madrastra Fedra conocía cualquier contracción de los músculos de Hipólito. Le miraba y se moría de deseo, tan solitaria como solitario estaba Hipólito. En sus manos sudorosas estrujaba tiernas hojas de mirto. Después, cuando el deseo se hacía intolerable, se quitaba una aguja del tocado, y, mientras los ojos asediaban cualquier gesto de Hipólito, con la punta de la aguja perforaba las hojas de mirto. Mýrton, además de “baya de mirto”, significa “clítoris.”

Aunque aislado del mundo, Hipólito no era refractario a los hechizos del mundo. El día de su muerte llegó cuando sus caballos poseídos por el terror, escaparon ante el tremendo toro de Posidón, que había surgido de las aguas del Sarónico. Hipólito intentó inútilmente controlarlos y cayó al suelo, atrapado en las riendas. Mientras los caballos arrastraban su cuerpo sucio de polvo y de sangre sobre unas rocas puntiagudas que lo laceraron, e Hipólito sentía que “un espasmo le ataca el cerebro”, supo también que era la hoja de mirto torturada por el precioso alfiler de la amante que se había limitado a espiar su cuerpo y que se había ahorcado por él: Fedra.

Hipólito exhalaba su perfume de muerte, que en el aire se mezcló con otro perfume, más puro, anuncio de la presencia de Artemis. Agonizó con ella, pero al final la diosa quiso abandonarle, aunque se llamara Hipólito “el mortal más querido”, porque Artemis no puede “manchar sus ojos con los estertores de la muerte.” (págs. 198-199, Las Bodas de Cadmo y Harmonía, Calasso).

ARTEMIS Y AURA: DIONISO Y PALENE

Hay un toma y daca entre los dioses, una rigurosa contabilidad, que se difunde a través de las eras. Artemis fue un útil sicario para Dioniso cuando se trató de matar a Ariadna. Pero un día también Artemis, la virgen orgullosa, necesitó, con estupor, de aquel dios promiscuo e impuro. También ella tuvo que pedir a alguien que matara por su cuenta, y le dejó elegir las armas. Le tocó a Dioniso.

Un mortal se había reído de ella. Aura, una doncella de las montañas, alta, de brazos enjutos, de piernas rápidas como un soplo de viento. Sólo luchaba con jabalíes y leones, desdeñaba como presa los animales más débiles. No desdeñaba menos a Afrodita y sus obras. Apreciaba únicamente la virginidad y la fuerza. Un día caluroso, mientras dormía sobre unas ramas de laurel, Aura fue turbada por un sueño: Eros, como un salvaje torbellino, ofrecía a Afrodita y Adonis una leona, de la que se había apoderado con un cinturón encantado. (¿Quizá el de la propia Afrodita? ¿El adorno erótico se había convertido acaso en un arma para capturar las fieras?) Aura se veía, en el sueño, junto a Afrodita y Adonis, con los brazos apoyados en sus hombros. Era un grupo delicado y floreciente. Eros aparecía con la leona y presentaba a su presa con estas palabras: "Diosa de las guirnaldas, te traigo a Aura, la doncella que sólo ama la virginidad. El cinturón ha doblegado la obtusa voluntad de la leona invencible.” Aura se despertó angustiada. Por primera vez se había visto desdoblada: era la presa, a la vez que la cazadora que contempla la presa. Se enfureció con el laurel, y por tanto con Dafne: ¿por qué una virgen le había enviado ese sueño digno de una prostituta? Después olvidó el sueño.

Otro día caluroso, Aura conducía el carro de Artemis a las cascadas del Sangario, donde la diosa quería bañarse. Junto al carro, las siervas de la diosa se habían quitado la cinta de la frente, alzaban el borde de la túnica, descubrían las rodillas al correr. Eran las vírgenes hiperbóreas. Upis quitó el arco de los hombros de Artemis y Ecaerge el carcaj. Loso le desató las sandalias. Artemis entró en el agua con cautela. Mantenía las piernas juntas y levantaba la túnica apenas el agua la lamia. Aura le dirigió una impía mirada escrutadora. Estudiaba el cuerpo de su dueña. Después nadó a su alrededor, estirándose por completo en el agua. Se paró junto a la diosa, se sacudió unas gotas de los senos, y dijo: “Artemis, ¿por qué tus senos son blandos e hinchados, por qué tus mejillas tienen un rosado esplendor? No eres como Atenea, que tiene el pecho liso como un muchacho. Contempla mi cuerpo, fragante de vigor. Mis senos son redondos como escudos. Mi piel es tensa como una cuerda. Puede que seas más idónea para utilizar, para sufrir las flechas de Eros. Nadie pensaría, al verte, en la inviolable virginidad.” Artemis la escuchó en silencio. “Sus ojos despedían chispas asesinas.” Saltó fuera del agua, se puso la túnica y el cinturón. Desapareció sin decir palabras.

Se dirigió inmediatamente a pedir consejo a Némesis, en las cumbres del Tauro. Como siempre, la encontró sentada ante su rueca. Un grifo estaba encaramado en su trono. Némesis se acordaba de muchos ultrajes a Artemis. Pero siempre por parte de hombres, o en todo caso de una mujer fecunda, como Níobe, entonces una húmeda roca entre aquellas montañas. ¿O se trataba quizá de la vieja comedia matrimonial? ¿Quizá Zeus la seguía acuciando para que se casara? No, dijo Artemis, esta vez era una virgen, la hija de Lelanto. No se atrevía a repetir las calumnias que Aura había aventurado acerca de su cuerpo y sus senos. Némesis dijo que no petrificaría a Aura como a Níobe. Entre otras cosas eran parientas, aquella muchacha pertenecía a la antigua estirpe de los Titanes, como la misma Némesis. Pero le arrebataría la virginidad, quizá un castigo no menos cruel. Esta vez el encargado sería Dioniso. Artemis asintió. Como para anticiparle el sabor de su destino, Némesis se presentó ante Aura con el carro arrastrado por los grifos. Para que la altiva cabeza de Aura se doblegara, le azotó el cuello con su fusta de serpientes. Y el cuerpo de Aura fue invadido por la rueda de la necesidad.

Dioniso ya podía intervenir. En su última aventura había encontrado otra doncella guerrera: Palene. Con ella le había ocurrido algo sin precedentes en sus numerosas historias. Había tenido que disputar una lucha con Palene delante de los espectadores, y sobre todo delante de su incestuoso padre. Palene había aparecido en la explanada cubierta de arena con sus largas trenzas alrededor del cuello y una faja roja alrededor del pecho. Un pedazo de tela blanca apenas le cubría el pubis. Su piel estaba reluciente de aceite. La lucha fue larga. De vez en cuando, Dioniso se descubría estrechando la palma de una mano deliciosamente blanca. Y más que doblegarlo, deseaba tocar aquel cuerpo. Quería retrasar aquella victoria voluptuosa, pero mientras tanto notaba que jadeaba como un mortal cualquiera. Bastó un instante de distracción para que Palene intentara levantar a Dioniso y derribarle. Esto era demasiado. Dioniso se soltó y consiguió levantar a su vez a su adversaria. Pero después acabó por depositarla en el suelo con cierta delicadeza, mientras sus ojos furtivos vagaban por su cuerpo, por su abundante cabellera esparcida en el polvo. Y Palene ya estaba de nuevo de pie. Entonces Dioniso quiso derribarla en serio, con una presa en la nuca, mientras intentaba hacerle doblar una rodilla. Pero calculó mal y perdió el equilibrio. Sintió el polvo en la espalda, mientras Palene cabalgaba sobre su vientre. Un instante después, Palene se soltó y dejó a Dioniso en el suelo. Pero al instante siguiente, Dioniso consiguió derribarla. Estaban empatados y Palene habría querido proseguir. Entonces intervino el padre Sitón, para conceder la victoria a Dioniso. El dios, empapado en sudor, levantó la mirada hasta el rey que se acercaba para premiarle y le atravesó con el tirso. Aquel asesino debía en cualquier caso morir. Y Dioniso ofreció a la hija el tirso goteante de la sangre del padre, como don amoroso. Ahora le aguardaban las nupcias.

En el clamor de la fiesta, Palene lloraba al padre cruel, pero a pesar de todo su padre. Con dulzura, Dioniso le mostraba las cabezas roídas por los vientos de sus anteriores pretendientes, clavadas ante las puertas como primicias de la cosecha. Y, para calmarla, le decía que no podía ser hija de aquel hombre horrendo. Quizá un dios, quizás Hermes, quizá Ares, era su verdadero padre. Mientras pronunciaba estas palabras, Dioniso ya sentía una vaga impaciencia. Palene era ya una amante domada. Pronto se convertiría en una fiel, como tantas otras. Pero sólo una vez había experimentado Dioniso la emoción de encontrarse abrazado en el polvo con una mujer que deseaba, sin ni siquiera conseguir dominarla. Sintió nostalgia de un cuerpo inasible.

Desapareció a solas en las montañas. Seguía pensando en una mujer fuerte y arisca, capaz de gopearle no menos de lo que él fuera capaz de golpearla a ella. Se estaba acercando el momento en que Eros le hiciera delirar por un cuerpo aún más inaprehensible. Dioniso advertía por las veloces ráfagas de viento que en aquellos bosques se ocultaba una mujer todavía más fuerte, más bella y hostil que la luchadora Palene: Aura. Y ya sabía que escaparía de él, que jamás se rendiría. Por una vez, Dioniso caminaba a solas y en silencio, aliviado por la ausencia de las Bacantes. Escondido detrás de un matorral, vislumbró un muslo blanco de Aura que entraba en el oscuro follaje. Alrededor los perros ladraban. Entonces Dioniso se sintió derretir como una mujer. Nunca se había visto tan desarmado. Hablar con aquella doncella le parecía inútil, igual que hablar con una encina. Pero una Amadríada, que habitaba en las raíces de un pino, le dio la respuesta que buscaba: nunca se encontraría con Aura en un lecho. Sólo en el bosque, y si la ataba de pies y manos, conseguiría poseerla. Y que se acordara de no dejarle regalo alguno.

Mientras Dioniso dormía, exhausto, se le apareció Ariadna una vez más. ¿Por qué abandonaba a todas las mujeres, como la había abandonado a ella? ¿Por qué Palene, a la que tanto había deseado mientras rodaban juntos por la arena, se borraba ahora de su mente? En el fondo, Teseo había sido mejor que él. Al final, Ariadna tuvo también un gesto irónico. Le dio un huso para tejer y le rogó que se lo regalara a su próxima víctima. Así un día la gente diría: regaló el hilo a Teseo y el huso a Dioniso.

Seguía haciendo un calor enorme, y Aura buscaba una fuente. Dioniso pensó que de todas sus armas sólo disponía de una: el vino. Cuando Aura acercó los labios a la fuente, se mojó con un líquido desconocido. Nunca había probado algo semejante. Estupefacta y torpe, se tendió a la sombra de un gran árbol y se durmió. Descalzo, silencioso, Dioniso se acercó. Le quitó inmediatamente el carcaj y el arco y los ocultó detrás de una piedra. El temor no le abandonaba. En aquellos días, sus pensamientos volvían siempre a otra cazadora que había conocido, Nicea. Parecía que su cuerpo hubiera saqueado toda la belleza del Olimpo. También ella rechazaba a los hombres, y cuando el pastor Himno se le había aproximado para hablarle de su devota pasión, Nicea había acallado sus palabras hundiéndole una flecha en la garganta. Fue entonces cuando los bosques resonaron con palabras que recordaban una cantinela infantil: “El hermoso pastor ha muerto, la bella doncella lo ha matado.” La cantinela sonaba en la mente de Dioniso mientras sus diestras manos ataban con una cuerda los pies de Aura. Luego le pasó otra cuerda alrededor de las muñecas. Aura seguía durmiendo, en una tibia ebriedad, y Dioniso la poseyó atada. Era un cuerpo abandonado, adormilado sobre la tierra desnuda, pero la propia tierra se balanceaba para celebrar las nupcias y la copa del pino era sacudida por la Amadríada. Mientras Dioniso sentía sobre el cuerpo de Aura un placer inmenso, exaltado por la cobardía, la cazadora se adentraba en un sueño turbio, que continuaba otro sueño. Sus brazos delicadamente apoyados sobre los de Afrodita y de Adonis se habían cerrado ahora en un solo nudo con aquella carne extraña, y las muñecas se le retorcían en un espasmo horroroso de un placer que no pertenecía a ella, sino que pertenecía a ellos, aunque se comunicaba con ella a través de las venas soldadas de las muñecas. Y, mientras tanto, Aura veía su cabeza doblegada como la de la leona capturada. Asentía a su propia ruina. Dioniso se separó de ella. Siempre silencioso, de puntillas, fue a recoger el arco y el carcaj y los depositó junto al cuerpo descubierto de Aura. Le soltó los pies y las muñecas. Regresó al bosque.

Al despertar, Aura vio sus muslos desnudos, el cinturón desceñido sobre sus senos. Pensó que se volvía loca. Bajó al valle gritando. De la misma manera que tiempo atrás había atacado leones y jabalíes, ahora atacaba con sus flechas mayorales y pastores. Su paso quedaba salpicado de manchas de sangre. Asaeteó a los cazadores que encontraba. Llegaba a una viña, mató a los vendimiadores que estaban trabajando, porque sabía que eran devotos de Dioniso, un dios enemigo, aunque Aura creía que jamás lo había visto. Llegó a un templo de Afrodita y flageló la estatua de la diosa. Después la levantó del pedestal y la arrojó a las aguas del Sangario, con la fusta enrollada en torno de las caderas marmóreas. Luego se ocultó de nuevo en su bosque. Pensaba en cuál de los dioses podía haberla estuprado, y los maldecía uno por uno. Arrojaría flechas en sus santuarios. Mataría a los propios dioses. Y antes que a nadie a Afrodita y a Dioniso. En cuanto a Artemis, merecía todo su desprecio: la diosa virgen no había sabido protegerla, de la misma manera que no había sabido responder a sus pocas palabras burlonas, y tan divertidas, sobre sus senos turgentes y pesados. Aura quería abrirse el vientre para extraer de él el semen del desconocido. Se ofreció a una leona, pero la leona no la aceptó como víctima. Habría querido conocer a su esposo para hacerle comer su hijo.

Entonces apareció Artemis, con una risa maliciosa. Se reía de Aura porque caminaba lenta, con paso pesado, como las mujeres embarazadas, ya no con el paso del viento. ¿Y qué sería Aura sin la ligereza? Le preguntó también qué regalos le había dejado Dioniso su esposo. ¿Le había dado tal vez unos sonajeros para que jugaran sus niños? Después desapareció. Aura siguió errante. Pronto sintió los dolores del parto. Fueron larguísimos. Mientras Aura sufría, Artemis apareció una vez más para reírse de ella. Nacieron dos gemelos. Dioniso se sentía orgulloso, pero temía que Aura los matara. Llamó entonces a la cazadora Nicea: también a ella la había engañado con el vino, la había forzado mientras dormía, la había abandonado, también ella había parido una hija: Teleté, la “iniciación”, la “última realización.”

Para un dios, la repetición es señal majestuosa, el sello de la necesidad. Entonces Nicea, aquella doncella resplandeciente que había hecho manar chorros de sangre de la garganta de un buen pastor, sólo porque se había atrevido a dirigirle unas palabras de amor, vivía como una pobre mujer al telar. (¿Tendría que haberle dado a ella el huso de Ariadna?) Pero entonces Nicea podría comprobar que su suerte era compartida por otra. Podría consolarse, dijo Dioniso, porque se daría cuenta de que pertenecía al canon divino. Pero su papel no había terminado: debía llegar a ser cómplice del dios, ayudarle a salvar por lo menos uno de los gemelos que Aura estaba por aniquilar. El mundo, el mundo entero, el mundo alejado de los bosques, el que está hecho de templos, de naves y de mercados, esperaba dos nuevas criaturas: una era la propia hija de Nicea, Teleté; la otra era uno de esos gemelos en manos de Aura, poseída por el dolor.

Aura, mientras tanto, alzó a los recién nacidos al cielo, al viento que le había empujado en su vida, y los dedicó a las brisas. Quería que se rompieran. Ofreció los dos recién nacidos a una leona para que los devorara. Pero en la cueva entró una pantera: lamió con ternura los cuerpos de los dos infantes y los alimentó, mientras dos serpientes protegían la entrada a la cueva. Aura cogió entonces en sus manos a uno de los dos hijos, lo arrojó al aire y, cuando cayó en el polvo, se le echó encima para despedazarlo. Artemis, aterrorizada, intervino: cogió al otro hijo y, llevando por primera vez en su vida un niño en brazos, huyó al bosque.

Aura se encontró de nuevo sola. Bajó a las orillas del Sangario, arrojó arco y carcaj al río, y después se zambulló. Las olas cubrieron su cuerpo. De sus senos manaba agua. El recién nacido superviviente fue entregado por Artemis a Dioniso. El padre recogió a los dos pequeños, nacidos de las dos doncellas estupradas en el sueño, y los llevó a los lugares de los misterios. También Artemis estrechó al niño en su pecho de virgen. Después lo entregó a las Bacantes de Eleusis. En el Ática, encendían antorchas en su honor. Era Yaco, el nuevo ser que aparecía en Eleusis. Para quien tenía la suerte de verle, la vida se volvía feliz. Los demás no sabían qué era la felicidad.

Para Dioniso se había acabado el tiempo de los vagabundeos y de las conquistas. Quedaba la subida al Olimpo. Ariadna regresaba todavía, a veces, a sus pensamientos. Llevó a la montaña una guirnalda en su memoria. Luego se sentó en la mesa de los Doce. Su asiento estaba al lado de Apolo. (págs. 33-39, Las Bodas de Cadmo y Harmonía, Calasso).

ARTEMIS Y ALFEO

Como Olimpia es la imagen de la felicidad, sólo podía aparecer en la Edad de Oro. Los hombres que vivieron entonces construyeron un templo para Crono en Olimpia. En aquellos días Zeus todavía no había nacido. Los primeros que compitieron en las carreras de Olimpia fueron los guardianes a los que Rea había encargado que ocultaran al pequeño Zeus. Los cinco Curetes, entre los que estaba Heracles, fueron de Creta a Olimpia, y Heracles fue el primero en coronar a un vencedor con un ramo de olivo silvestre.

Olimpia es la felicidad de los griegos, expertos en infelicidad. En el Peloponeso, la verde espesura esta encendida por una cualidad alucinatoria. Cuanto más raro, tanto más intenso, y con algo de final. Todas las especies del verde se congregan alrededor de Olimpia, como en un tiempo los atletas de todas las ciudades en las que se hablaba griego: de la ácida fosforescencia de los pinos de Alepo a la oscura limpieza de los cipreses, a las franjas esmaltadas de los limones, a las cañas primordiales, sobre un fondo de colinas de perfiles suaves, modelados por el pulgar posidónico de los terremotos. Aquel lugar es el don de un hombre que se convirtió en río, Alfeo. Después de haberse abierto camino entre las cimas peladas y achicharradas de la Arcadia, después de haber bañado los estratos rocosos del Licaion, la montaña de los lobos y de los caníbales, sobre cuya cima el sol no arroja sombra, el río Alfeo sorprende al final cuando, saliendo de las gargantas de Caritena, se abre en la ondulación de un valle tan querido por Zeus como odioso le resultaba el arcaico Licaion. Los griegos no estaban acostumbrados a nombrar la naturaleza inútilmente, y sin embargo Pausanias exalta el río Alfeo por lo menos en tres ocasiones: “el mayor de los ríos por el volumen de sus aguas, y el más agradable a la vista”; río “fabuloso para el amor”, a causa de su origen; finalmente, para Zeus “el más delicioso de todos los ríos.”

Pero ¿quién era Alfeo? Un cazador. Vio a la diosa cazadora, Artemis, se enamoró de ella y, con una vana insolencia de los hombres, comenzó a perseguirla. Por toda Grecia, la diosa sentía aquellos pasos detrás de ella, y reía. Una noche, quiso celebrar una fiesta con sus amigas, en Letrinos, no lejos de Olimpia. Antes de que Alfeo llegara, la diosa y las Ninfas se embadurnaron la cara con arcilla. Alfeo vio surgir de la noche unos rostros blancuzcos. ¿Cuál de ellos era el de la diosa? Entonces el cazador que había "encontrado el valor de intentar estuprar a la diosa" tuvo que renunciar: "desapareció sin haber realizado su intención ". En sus oídos sonaba una risa cantarina y burlona. Sin embargo, jamás como en esa ocasión Artemis, la diosa más cruel, fue tan amable con un admirador suyo. En lugar de hacerlo descuartizar por los perros, como a Acteón, que, sin embargo, ni se le había acercado, dejo que Alfeo se alejara ileso, e iniciado. En la historia griega embadurnarse la cara precede a un acontecimiento augusto y terrible. Los Titanes se embadurnan con yeso antes de despedazar a Zagreo. Aquí el embadurnamiento, en lugar de anunciar el acto nefando, sirve para esquivarlo. La Diosa virgen no sufrió un ultraje precisamente porque se vuelve igual que sus Ninfas. Hará lo contrario de lo que corresponde a las iniciandas: enmascararse para equipararse a la diosa. Con su gesto, Artemis disolvió en la risa un horror inminente. Alfeo descubrió a la Diosa y sus Ninfas como un grupo de máscaras o de muertos. Y es difícil orientarse entre las máscaras y los muertos, allí donde hasta los dioses ya no son identificables con seguridad porque se ha superado el umbral del otro mundo. La risa que acompañó la retirada de Alfeo era, para la Diosa, la más alta señal de afecto, una delicada atención. En el fondo, había desvelado a aquel hombre impetuoso e ignorante la distancia imposible colmar, y ambigua, entre la mujer y la Diosa: había bastado un poco de arcilla para mostrarla. La Diosa cazadora escapa irreparablemente aún más cuando se enmascara de mujer.

Pero Artemis quería proteger al cazador. No podía donarle su cuerpo, así que eligió una ninfa, Aretusa, como vicaria. Y Alfeo comenzó una nueva persecución amorosa. En el furor de la agua, Aretusa cruzó el mar y se transformó en una fuente cerca de Siracusa. Esta vez Alfeo no podía renunciar. El cazador, al convertirse en el río Alfeo, desembocó en el mar poco antes de Pirgos y vivió, durante centenares de kilómetros, a través de todo el mar Jónico, como corriente submarina. Cuando reapareció con su corona de espumas, estaba en Sicilia, cerca de Aretusa. Mezcló sus aguas con las de la Ninfa.

Por eso Olimpia nació gracias a Alfeo. Por eso el Maestro de Olimpia, en una esquina del frontón oriental del templo de Zeus situó a un joven afilado y musculoso, con las costillas marcadas: era Alfeo, el primer río que apareció en un templo griego. Por eso Olimpia se sacrifica a Artemis y a Alfeo en el mismo altar. Por eso, en el Medievo, las aguas del Alfeo cambiaron de lecho, para sumergir las piedras y las ofrendas de Olimpia y protegerla con su limo. (págs. 159-161, Las Bodas de Cadmo y Harmonía, Calasso).

ARTEMIS

Había un santuario de la diosa Luna ARTEMISA, alias Nereis, o Tetis, en Yolcos, el punto principal de la Tesalia meridional, con un colegio adjunto de cincuenta sacerdotisas. Esta Artemisa era patrona de los pescadores y marinero. Una de las sacerdotisas era elegida cada quincuagésimo año como representante de la diosa; tal vez la que ganaba la carrera. Tomaba un consorte anual que se convertía en el rey del Roble, o Zeus, de la región y se le sacrificaba al término de su período.

Artes. Cuando se habla de Arte y Ciencia nos referimos a las Artes y Ciencias tradicionales, cuando todavía estaban ligadas a principios metafísicos y ocupaban un lugar integrado e integrador en la vida cotidiana de las personas. No nos referimos a la degeneración actual que ha convertido el arte en un mero objeto de "lujo", "pasatiempo" o "decoración", y a la ciencia en una mera divagación dispersa, utilitarista y mercantilista, normalmente aplicada a la industria civil o militar, y sin ninguna función "religadora". Arte y Ciencia tradicionales constituían actos rituales y sacros que ligaban al artista (el artifex medieval) con principios espirituales.

«Guénon nos hace notar acertadamente que el arte ha recorrido el mismo camino descendente que las demás expresiones del Occidente moderno, camino que parte de la concepción tradicional del mismo hasta llegar a la concepción profana contemporánea. Entre sus características visible sobresalen actualmente la hipertrofia de la fantasía individual, su sentimentalidad, la carencia absoluta de toda visión suprapersonal y el hecho de haber caído en una mera actitud estética. Ello significa reducirlo totalmente al punto de vista de la sensibilidad.

Explica que esta desviación ya comenzó a evidenciarse con los griegos. En cambio en el antiguo Egipto, como en los pueblos orientales que obedecen a la tradición, el arte era hierático y simbólico, como lo fue también el arte medieval. Así comunicaba lo trascendente a quienes adoptaban una actitud contemplativa con él. Justamente en otro de sus libros (Iniciación y Realización espiritual) Guénon recuerda que la concepción tradicional en contraposición a la moderna señala a lo puramente intelectual y consecuentemente el arte encarna lo que desde el punto de vista metafísico se llamó "esplendor de lo verdadero". Luego con la marcha cíclica se fue trocando en un simple placer exterior, sin profundidad espiritual.

Se inició así el arte profano, el cual obedece a tendencias subjetivas y psicológicas. Estas persiguen lo que impresiona superficialmente a los sentidos.

En "Puntos de Vista sobre el Esoterismo Cristiano" transcribe una formula citada por M. Valli: En todo el arte medieval, en oposición al arte moderno, "se trata de la encarnación de una idea, no de la idealización de una realidad" de orden sensible.

La cosmovisión actual del arte plástico lo lleva a brillar únicamente en museos y exposiciones como proyección de vivencias sensibles, al haber huido de él, con el ensombrecimiento de los niveles superiores, el reflejo de lo divino. (V. A. Biolcati, La Edad Crepuscular)

Varios interesantes textos y enlaces pueden encontrarse en el documento «Abhinavagupta y el Arte Tradicional» de la página Kali Yuga, y también en la sección "Sobre Arte" de la página Amnesia. (Dicc. De la Santa Tradicción, Padre Henri Stéphane)

artha

AT:ü (artha) = money
Artha: Thing perceived. See Paramartha. // Lo percibido. Ver Paramartha.

Artha. Wealth, possession, one of the four goals (purusharthas) of human aspiration, which, according to Hindu tradition, are not reprehensible so long as in pursuing them one has regard for moral precepts and dharma. The other three are: dharma (righteousness, virtue), kama (sensual desire), and moksha (liberation). The best known classical Hindu text on artha is Kautilya's Arthashastra. (The Manurishi Foundation, Encyclopedic Dictionary of Hindu Terms).

Artha. Riqueza, posesión, uno de los cuatro objetivos (purushartha) de la aspiración humana, que, según la tradición hindú, no son condenables, pues persiguen la satisfacción material, respeto de los preceptos morales y el dharma. Los otros tres son: dharma (rectitud, virtud), kama (deseo sensual) y moksha (liberación). El conocido clásico texto hindú sobre el artha es Arthashastra de Kautilya. (La Fundación Manurishi, diccionario enciclopédico de términos hindúes).

artha. a fin de (C. 4º, Cap. 31, V. 7).

artha. atesorar riquezas (C. 7º, Cap. 15, V. 22).

artha. bien material (C. 3º, Cap. 16, V. 20).

artha. como una realidad (C. 7º, Cap. 2, V. 48).

artha. con los objetos de los sentidos (C. 8º, Cap. 20, V. 22).

artha. con opulencia material (C. 5º, Cap. 1, V. 12).

artha. con opulencias deseables (C. 5º, Cap. 5, V. 35).

artha. crecimiento económico (C. 4º, Cap. 22, V. 34).

artha. de tus intereses (C. 4º, Cap. 19, V. 28).

artha. desarrollo económico (C. 3º, Cap. 7, V. 32).

artha. económico (C. 2º, Cap. 1, V. 3).

artha. el crecimiento económico (C. 7º, Cap. 6, V. 26).

artha. el fenómeno (C. 3º, Cap. 5, V. 30).

artha. el objetivo de la vida (C. 4º, Cap. 25, V. 6).

artha. el propósito (C. 3º, Cap. 29, V. 31).

artha. el verdadero objetivo de los Vedas (C. 4º, Cap. 21, V. 42).

artha. en valores (C. 6º, Cap. 2, V. 38).

artha. importancia (C. 1º, Cap. 15, V. 27).

artha. interés (C. 3º, Cap. 7, V. 23).

artha. los objetos de los sentidos (C. 3º, Cap. 32, V. 9).

artha. objetivo (C. 8º, Cap. 9, V. 28).

artha. objeto (C. 6º, Cap. 15, V. 26).

artha. objetos de los sentidos (C. 3º, Cap. 31, V. 14).

artha. propósito (C. 3º, Cap. 3, V. 28).

artha. prosperidad económica (C. 3º, Cap. 32, V. 5).

artha. sus riquezas (C. 7º, Cap. 9, V. 10).

arthā. de dinero (C. 6º, Cap. 11, V. 19).

artha. valor (C. 6º, Cap. 17, V. 28).

artha. tema (C. 3º, Cap. 8, V. 13).

artha. sentido (C. 2º, Cap. 9, V. 1).

artha. realidad (C. 7º, Cap. 15, V. 58).

artha. riqueza (C. 3º, Cap. 29, V. 33).

Artha: Desarrollo económico.

Artha (hijo de Dharma):

Artha. adquisición de riquezas. Segundo purusartha, objetivo del hombre, por detrás del kama. El deseo de acumular riquezas es también para la gratificación de los sentidos, pero los medios son más refinados. Los animales no tienen necesidad de riquezas. Ellos son felices satisfaciendo su estómago y sus genitales. Los seres humanos en los que destaca la propensión animal pueden desear riquezas, pero solo para el disfrute sensual burdo. Por encima están los que buscan no solo la satisfacción de los sentidos, sino también el respeto y el reconocimiento de la sociedad. Ellos desean tener riquezas principalmente por este motivo. Están preocupados por el cuerpo, la mente y la sociedad en general, y por este motivo aceptan ciertas restricciones en relación con el disfrute sensorial. Como desean el respeto de la sociedad, se esfuerzan en reprimir sus tendencias licenciosas. También realizan actividades para el bien de los demás siempre y cuando sean favorables para la consecución de su propio objetivo. Para conseguir su objetivo es necesaria la riqueza, y por lo tanto su primera meta es la acumulación de riquezas. Por eso su purusartha se conoce como artha.

Aquellos cuyo único objetivo es kama se preocupan solo de la satisfacción burda de los sentidos sin tener en cuenta los medios que tienen que adoptar para satisfacer su lujuria. No aceptan ninguna restricción. La segunda categoría de personas también desean gratificación sensorial, pero les preocupan los medios y sí aceptan restricciones. No se sienten satisfechos con la gratificación sensorial burda; ellos desean satisfacer los sentidos sutiles haciendo algo en beneficio de los demás. Ninguna de estas dos clases de personas piensan en la próxima vida; solo están interesados en esta vida. (Ver kama, dharma y moksa.)

ARTHA. (sáns. Swāmī Prabhupāda). Económico. Así pues, y luego.// ARTHA. La prosperidad material, la acumulación de riquezas mediante el comercio u otros medios. Artha, bienestar económico o material; una de las cuatro esferas de la actividad humana. // También significa lo útil opuesto a lo justo (dharma) y al placer (kama). // Desarrollo económico.

ARTHA. Desarrollo ecónomico. Riqueza, bienes. Uno de los cuatro objetivos del esfuerzo humano, el cual, para el hinduismo, no es censurable siempre que en su prosecución se respeten la moral y el dharma. Los otros tres son:

dharma (el recto obrar, la virtud).
Kama (la apetencia sexual).
Moksa (la liberación).

artha : "Meta, propósito." Fortuna, propiedad, dinero (Uniéndose a Siva).

Artha—economic development. // desarrollo económico.

Artha. Substance; what requires gathering for human sustenance, i.e. food, wealth, etc. // Sustancia; lo que requiere para la recopilación del sustento humano, es decir, comida, riqueza, etc..

Artha (hijo de Dharma). (Sáns.).

Artha: Crecimiento económico (4º-2ª).

artha-abhāvam. sin sustancia (C. 3º, Cap. 7, V. 18).

artha-āgamam. significativas (C. 4º, Cap. 8, V. 24).

artha-anudarśinā. cuyas instrucciones eran muy adecuadas (C. 8º, Cap. 15, V. 32).

artha-āśrayatvam. aquello que transmite el significado de un objeto (C. 3º, Cap. 26, V. 33).

artha-ātma-gatayaḥ. todos los demás sistemas para la perfección (es decir, la religión, el crecimiento económico, la complacencia de los sentidos y la liberación) (C. 5º, Cap. 17, V. 3).

artha-bhāvaḥ. cuestiones de interés personal (C. 9º, Cap. 6, V. 52).

artha-bhedaḥ. distinción de valor (C. 6º, Cap. 17, V. 30).

artha-bhūtasya. teniendo su verdadero interés (C. 4º, Cap. 29, V. 36-37).

artha-buddhiḥ. llevado del egoísmo (C. 6º, Cap. 18, V. 71).

artha-dā. beneficioso (C. 7º, Cap. 14, V. 40).

artha-daḥ. beneficioso (C. 9º, Cap. 9, V. 28).

artha-daḥ. el que concede bendiciones (C. 5º, Cap. 19, V. 27).

artha-dam. pleno de significado (C. 7º, Cap. 6, V. 1).

artha-dhiyām. que aspiramos a satisfacer deseos materiales (C. 5º, Cap. 3, V. 15).

artha-dīpaiḥ. con la luz de la instrucción llena de significado (C. 8º, Cap. 24, V. 53).

artha-dṛk. con intereses personales (C. 7º, Cap. 13, V. 29).

artha-dṛṣṭim. considerar que son el objetivo de la vida (C. 4º, Cap. 29, V. 47).

artha-īhayā. con el deseo de acumular riquezas (C. 7º, Cap. 15, V. 16).

artha-indriya-ārāmaḥ. demasiado apegado al disfrute material (C. 6º, Cap. 18, V. 39).

ARTHAH. (sáns. Swāmī Prabhupāda). Finalidades. Necesidad, esencia, el beneficio supremo.

artha-jñāt. que el que conoce el propósito de los Vedas (C. 3º, Cap. 29, V. 32).

artha-kāmayoḥ. para satisfacer los deseos de disfrute y tener cada vez más dinero (C. 8º, Cap. 19, V. 25).

artha-kāśiṣu. en el resplandeciente resultado fruitivo (C. 4º, Cap. 29, V. 47).

artha-kṛcchrāt. por la pobreza, la falta de dinero (C. 8º, Cap. 22, V. 3).

artha-kṛt. necesario (C. 7º, Cap. 12, V. 9).

artha-kṛt. que puede traernos el éxito (C. 8º, Cap. 21, V. 19).

artha-māninaḥ. considerar valiosos (C. 7º, Cap. 5, V. 31).

ARTHÁN. (sáns. Swāmī Prabhupāda). Realidades.

Arthanacandata Kriya. One of the eight occult powers that may be gained by advanced yogis; that which enables yogis to carry out anything they wish to. (The Manurishi Foundation, Encyclopedic Dictionary of Hindu Terms).

Arthanacandata Kriya. Una de las ocho potencias ocultas que pueden obtenerse por yoguis avanzados; que les permita a los yoguis llevar a cabo cualquier cosa que deseen. (La Fundación Manurishi, diccionario enciclopédico de términos hindúes).

ARTHANA-CHANDATA-DRIYA. (sáns., hind.). aproximadamente efectuación ad libitum de bienes. Uno de los ocho poderes ocultos alcanzables para el yogin avanzado, por el cual puede hacer realidad todo lo que desee.

Arthanartha. One who is beneficial and maleficent. Shiva's 972nd name as listed in the Shiva Sahasranama. See the Lingapurana Part II, Chapter 98. (The Manurishi Foundation, Encyclopedic Dictionary of Hindu Terms).

Arthanartha. Quien es beneficioso y maléfico. Nombre 972nd de Shiva como se indica en el Sahasranama Shiva. Ver el Lingapurana parte II, capítulo 98. (La Fundación Manurishi, diccionario enciclopédico de términos hindúes).

artha-nivedanena. por darles todo (C. 8º, Cap. 15, V. 3).

artha-niyāma-katayā. por ser el controlador de los objetos (C. 5º, Cap. 7, V. 6).

artha-padavīm. el sendero de mi objetivo (C. 7º, Cap. 7, V. 9).

artha-paraḥ. deseosa de ganar riquezas (C. 5º, Cap. 13, V. 1).

artha-paraḥ. que está muy apegado al dinero (C. 5º, Cap. 14, V. 1).

artha-pradīpam. es la luz necesaria para ver en la oscuridad (C. 10º, Cap. 8, V. 30).

artha-pratyayaḥ. considerando el objetivo supremo de la vida (C. 5º, Cap. 3, V. 13).

artha-racanāḥ. logros materiales (C. 3º, Cap. 23, V. 8).

artha-rūpeṇa. en forma de diversos objetos (C. 3º, Cap. 32, V. 28).

artha-saṅkāśaiḥ. que parecen necesarias (C. 7º, Cap. 7, V. 45).

Arthashastra. 1. An authoritative text on ancient Indian politics and law. Parts of it probably antedate the Dharmashastras, from which it differs chiefly in its more secular outlook. Its reputed author is Kautilya, and its chief concern is to increase the prosperity (artha) of the state through a wide variety of means, notably war. 2. Mechanical science. (The Manurishi Foundation, Encyclopedic Dictionary of Hindu Terms).

Arthashastra. 1. Un texto autorizado sobre derecho y política de la India antigua. Partes de ella probablemente antedatar la Dharmashastras, desde el cual se diferencia principalmente en su outlook más secular. Su autor reputado es Kautilya, y su preocupación principal es aumentar la prosperidad (artha) del estado a través de una amplia variedad de medios, en particular la guerra. 2. Mecánica ciencia. (La Fundación Manurishi, diccionario enciclopédico de términos hindúes).

artha-svarūpam. toda esta manifestación cósmica visible (C. 5º, Cap. 18, V. 31).

ARTHASYA. (sáns. Swāmī Prabhupāda). De ganancia material.

artha-tantraḥ. la Suprema Personalidad de Dios, que siempre está decidido a proteger a los sādhus y a matar a los asādhus (C. 10º, Cap. 2, V. 21).

artha-tṛṣṇām. un fuerte deseo de conseguir dinero (C. 7º, Cap. 6, V. 10).

artha-vāṇī. el objetivo de la vida y de toda ganancia (C. 10º, Cap. 13, V. 2).

artha-vat. con significado claro (C. 4º, Cap. 24, V. 16).

artha-vat. llenas de significado (C. 6º, Cap. 18, V. 22).

artha-vat vacaḥ. las oraciones, que estaban llenas de significado (C. 4º, Cap. 20, V. 34).

Arthaveda. The science of wealth subordinate to the Atharvaveda. (The Manurishi Foundation, Encyclopedic Dictionary of Hindu Terms). // La ciencia de la riqueza subordinada al Atharvaveda.

artha-vedinām. personas para quienes sólo existen la complacencia de los sentidos (C. 4º, Cap. 22, V. 13).

artha-vibhrame. la raíz de toda aceptación y rechazo (C. 7º, Cap. 13, V. 43).

artha-viśeṣaḥ. necesidad especial (C. 6º, Cap. 9, V. 42).

artha-vit. siendo muy sabio (C. 4º, Cap. 9, V. 28).

arthah

AT:üH (arthaḥ) = is meant
arthāḥ. acerca de los deberes (C. 8º, Cap. 15, V. 32).

arthāḥ. ambiciones de crecimiento económico (C. 7º, Cap. 7, V. 48).

arthāḥ. finalidades (C. 1º, Cap. 5, V. 9).

arthāḥ. ganancias (de esos deberes prescritos) (C. 7º, Cap. 15, V. 29).

arthāḥ. objetivo (C. 8º, Cap. 6, V. 14).

arthāḥ. objetivos (C. 4º, Cap. 18, V. 5).

arthāḥ. propósito (C. 3º, Cap. 5, V. 22).

arthaḥ. afirmaciones (C. 3º, Cap. 13, V. 4).

arthaḥ. de ningún valor en comparación con (C. 2º, Cap. 7, V. 18).

arthaḥ. digno (C. 1º, Cap. 18, V. 21).

ārthaḥ. beneficio, interés (C. 7º, Cap. 1, V. 2).

arthaḥ. dinero (C. 7º, Cap. 13, V. 18).

arthaḥ. el beneficio supremo (C. 2º, Cap. 2, V. 6).

arthaḥ. el deber (C. 8º, Cap. 7, V. 38).

arthaḥ. el objetivo (C. 7º, Cap. 5, V. 32).

arthaḥ. el sentido o propósito (C. 5º, Cap. 10, V. 13).

arthaḥ. esencia (C. 2º, Cap. 2, V. 6).

arthaḥ. fin (C. 1º, Cap. 2, V. 10).

arthaḥ. interés (C. 1º, Cap. 5, V. 22).

arthaḥ. los elementos materiales (C. 6º, Cap. 15, V. 7).

arthaḥ. los frutos (C. 3º, Cap. 21, V. 30).

arthaḥ. necesidad (C. 2º, Cap. 2, V. 3).

arthaḥ. objetivo (C. 3º, Cap. 20, V. 34).

arthaḥ. objeto de percepción (C. 3º, Cap. 26, V. 47).

arthaḥ. propósito (C. 3º, Cap. 16, V. 37).

arthaḥ. significado (C. 6º, Cap. 9, V. 36).

arthaḥ. toda motivación (el Señor es el amo puro, y Prahlāda Mahārāja es el devoto puro sin motivaciones materialistas) (C. 7º, Cap. 10, V. 6).

arthaḥ. un objeto (C. 3º, Cap. 32, V. 33).

arthaḥ. una cosa (C. 4º, Cap. 29, V. 65).

arthaḥ. valor (C. 2º, Cap. 5, V. 14).


juancas

AUDIOS IVOOX.COM y EMBEDR PLAYLIST



IVOOX.COM


PRINCIPALES de ivoox.com

    BIBLIA - LINKS en ivoox.com

  1. BIBLIA I - LINKS en ivoox.com - domingo, 26 de agosto de 2012
  2. BIBLIA II - LINKS en ivoox.com - sábado, 29 de diciembre de 2012
  3. BIOGRAFÍAS - LINKS - ivoox.com

  4. BIOGRAFÍAS - LINKS - ivoox.com - domingo, 26 de agosto de 2012
  5. EGIPTO - LINKS - ivoox.com

  6. EGIPTO - LINKS - ivoox.com - domingo, 26 de agosto de 2012
  7. Deepak Chopra - Eckchart Tolle - LINKS - ivoox.com

  8. Deepak Chopra - Eckchart Tolle - LINKS - ivoox.com - martes, 28 de agosto de 2012
  9. HISTORIA en GENERAL - LINKS

  10. HISTORIA en GENERAL - LINKS - jueves, 4 de octubre de 2012

PLAYLIST - EMBEDR


  1. JESUCRITO I - viernes 13 de enero de 2012
  2. Mundo Religioso 1 - miércoles 28 de diciembre de 2011
  3. Mundo Religioso 2 - jueves 29 de diciembre de 2011
  4. Mitología Universal 1 (Asturiana) - jueves 29 de diciembre de 2011
  5. El Narrador de Cuentos - UNO - jueves 29 de diciembre de 2011
  6. El Narrador de Cuentos - DOS - jueves 29 de diciembre de 2011

MEDICINA NATURAL, RELAJACION

  1. Medicina Natural - Las Plantas Medicinales 1 (Teoría) - miércoles 28 de diciembre de 2011
  2. Medicina Natural - Plantas Medicinales 1 y 2 (Visión de las Plantas) - miércoles 28 de diciembre de 2011
  3. Practica de MEDITATION & RELAXATION 1 - viernes 6 de enero de 2012
  4. Practica de MEDITATION & RELAXATION 2 - sábado 7 de enero de 2012

VAISHNAVAS, HINDUISMO

  1. KRSNA - RAMA - VISHNU -  jueves 16 de febrero de 2012
  2. Gopal Krishna Movies -  jueves 16 de febrero de 2012
  3. Yamuna Devi Dasi -  jueves 16 de febrero de 2012
  4. SRILA PRABHUPADA I -  miércoles 15 de febrero de 2012
  5. SRILA PRABHUPADA II -  miércoles 15 de febrero de 2012
  6. KUMBHA MELA -  miércoles 15 de febrero de 2012
  7. AVANTIKA DEVI DASI - NÉCTAR BHAJANS -  miércoles 15 de febrero de 2012
  8. GANGA DEVI MATA -  miércoles 15 de febrero de 2012
  9. SLOKAS y MANTRAS I - lunes 13 de febrero de 2012
  10. GAYATRI & SHANTI MANTRAS - martes 14 de febrero de 2012
  11. Lugares Sagrados de la India 1 - miércoles 28 de diciembre de 2011
  12. Devoción - PLAYLIST - jueves 29 de diciembre de 2011
  13. La Sabiduria de los Maestros 1 - jueves 29 de diciembre de 2011
  14. La Sabiduria de los Maestros 2 - jueves 29 de diciembre de 2011
  15. La Sabiduria de los Maestros 3 - jueves 29 de diciembre de 2011
  16. La Sabiduria de los Maestros 4 - jueves 29 de diciembre de 2011
  17. La Sabiduría de los Maestros 5 - jueves 29 de diciembre de 2011
  18. Universalidad 1 - miércoles 4 de enero de 2012

Biografías

  1. Biografía de los Clasicos Antiguos Latinos 1 - viernes 30 de diciembre de 2011
  2. Swami Premananda - PLAYLIST - jueves 29 de diciembre de 2011

Romanos

  1. Emperadores Romanos I - domingo 1 de enero de 2012

Egipto

  1. Ajenaton, momias doradas, Hatshepsut, Cleopatra - sábado 31 de diciembre de 2011
  2. EL MARAVILLOSO EGIPTO I - jueves 12 de enero de 2012
  3. EL MARAVILLOSO EGIPTO II - sábado 14 de enero de 2012
  4. EL MARAVILLOSO EGIPTO III - lunes 16 de enero de 2012
  5. EL MARAVILLOSO EGIPTO IV - martes 17 de enero de 2012
  6. EL MARAVILLOSO EGIPTO V - miércoles 18 de enero de 2012
  7. EL MARAVILLOSO EGIPTO VI - sábado 21 de enero de 2012
  8. EL MARAVILLOSO EGIPTO VII - martes 24 de enero de 2012
  9. EL MARAVILLOSO EGIPTO VIII - viernes 27 de enero de 2012

La Bíblia

  1. El Mundo Bíblico 1 - lunes 2 de enero de 2012 (de danizia)
  2. El Mundo Bíblico 2 - martes 3 de enero de 2012 (de danizia)
  3. El Mundo Bíblico 3 - sábado 14 de enero de 2012
  4. El Mundo Bíblico 4 - sábado 14 de enero de 2012
  5. El Mundo Bíblico 5 - martes 21 de febrero de 2012
  6. El Mundo Bíblico 6 - miércoles 22 de febrero de 2012
  1. La Bíblia I - lunes 20 de febrero de 2012
  2. La Bíblia II - martes 10 de enero de 2012
  3. La Biblia III - martes 10 de enero de 2012
  4. La Biblia IV - miércoles 11 de enero de 2012
  5. La Biblia V - sábado 31 de diciembre de 2011








TABLA - FUENTES - FONTS

SOUV2 BalaramScaGoudyFOLIO 4.2Biblica Font





free counters

Disculpen las Molestias

Planet ISKCON - 2010  ·  Planet ISKCON - 2011

Maestros Espirituales

IVOOX.COM

PRINCIPALES

BIBLIA - LINKS en ivoox.com

  • BIBLIA I - LINKS en ivoox.com - domingo, 26 de agosto de 2012
  • BIBLIA II - LINKS en ivoox.com - sábado, 29 de diciembre de 2012
  • VIDA de los SANTOS - LINKS en ivoox.com

    VIDA de los SANTOS - LINKS en ivoox.com - domingo, 28 de octubre de 2012

    BIOGRAFÍAS - LINKS - ivoox.com

    BIOGRAFÍAS - LINKS - ivoox.com - domingo, 26 de agosto de 2012

    EGIPTO - LINKS - ivoox.com

    EGIPTO - LINKS - ivoox.com - domingo, 26 de agosto de 2012

    Deepak Chopra - Eckchart Tolle - LINKS - ivoox.com

    Deepak Chopra - Eckchart Tolle - LINKS - ivoox.com - martes, 28 de agosto de 2012

    HISTORIA en GENERAL - LINKS

    HISTORIA en GENERAL - LINKS - jueves, 4 de octubre de 2012

    ARCHIVOS AKASHICOS

    Archivos Akashicos - LINKS - sábado, 29 de diciembre de 2012

    OTRAS - LINKS - ivoox.com

    AUDIO en ivoox.com - LINKS

    No hay comentarios:

    Publicar un comentario