El lenguaje sánscrito: Raíces y evolución lingüística
el viernes, 17 de diciembre de 2010 a la(s) 16:00
El lenguaje sánscrito: Raíces y evolución lingüística
________Prof. Carlos Rocha G. (Visuddha-sattva das)---
Este trabajo es una sección de mi libro inédito La Literatura Védica: Tradición y Trascendencia¸ el cual fue completado en India durante el útlimo trimestre del año 2006, con una beca del Indian Counciil of Cultural Relations (ICCR). Algunos de los capítulos de esta obra, que aspira a llenar un vacío en los estudios de indología de Latinoamérica, fueron usados como material para cursos y seminarios dictados en Venezuela en instituciones como el Centro de Estudios Latinoamericanos “Rómulo Gallegos” (CELARG), y otros foros académicos.
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La revelación de los tesoros literarios de la antigua India comenzó con el descubrimiento y el estudio del lenguaje sánscrito, una lengua sagrada que aparece literariamente registrada en los cuatro Vedas. Floreció con los grandes poemas épicos, el Mahabharata y el Ramayana, y posteriormente con los textos del período clásico, en el teatro, la poesía, y las narraciones instructivas. A finales del siglo XVIII Occidente descubrió los grandes tesoros de la literatura de la India, siendo uno de los grandes hitos en la historia cultural de la humanidad.
Los eruditos occidentales comenzaron a estudiar y traducir las obras de la literatura sánscrita, lo cual dio origen a la mitología comparada, la filología moderna, y el estudio de la religión y las filosofías de la India. Al indagar y traducir los textos sánscritos, encontraron un vasto conocimiento no sólo en la lingüística, sino en muchos otros campos del conocimiento, como la teología y filosofía (en los Upanisads, que son textos fundamentales para entender los orígenes de la filosofía India y sus doctrinas secretas), la medicina, la astronomía y astrología, la jurisprudencia, la arquitectura, la ética (nity-sastra), la moral y la conducta religiosa, representada esta última en la obra Manu-dharma-sastra, “Las Leyes de Manu”.
El sánscrito es de origen divino. El devanagari es la lengua hablada en la modada (nagar) de los dioses (devas). El carácter samskrit y su grafía escrita, conocida en occidente como el lenguaje sánscrito, es una derivación natural (prakrta) del devanagari. El sánscrito dejó de ser una lengua hablada desde el siglo VI, y de el se derivan el hindustani y el hindi, la lengua oficial de la India, uso común de un 35% de la población, siendo su escritura parecida al sánscrito, limitada al uso académico. Debido al empleo masivo en las relaciones político-económicas, comerciales y culturales, el inglés sigue siendo el idioma más importante como medio de comunicación.
El sánscrito no es una lengua muerta, como ocurre con el latín, cuyo interés se circunscribe a los estudios del sacerdocio y la práctica oficial de la liturgia y las oraciones cristianas. En la India existen cátedras universitarias de lingüística donde se enseña el sánscrito. Es la voz usada y bien pronunciada por losbrahmanas en sus oraciones y rituales tradicionales. También lo hablan y escriben algunos eruditos, en las elites de los círculos más ilustrados.
Etimológicamente, la raíz proviene de la palabra samskrit, “perfeccionado”, “intencionalmente hecho o rehecho”, y en un sentido correcto puede significar “consagrado”, es decir lo contrario a lo “natural”, prakrta, aquello que es producto de prakriti, palabra que suele designar a la naturaleza (material), en toda su extensión cósmica. De esta forma, las lenguas se dividen en prakrti y sasmkrit. El ser humano, la entidad viviente (atman), tal como es producido por la naturaleza a través del útero materno, es prakrta, incluso akrtatman, “aquel que aún no se ha formado un yo, o identidad plenamente desarrollada”, se transforma como individuo en sanskrita y krtatmam mediante el conocimiento sagrado, que se simboliza y opera a través de los rituales purificatorios o sacramentos, llamados samskaras, los cuales son cuarenta y ocho, y corresponden a varios ritos—impregnación, nacimiento, iniciación espiritual y toma del cordón sagrado, matrimonio, funerales, limpiezas y sacrificios, etc.—, descritos en el Mahabharata (Shanti-parva ,189.2).
Debido a su perfección, el sánscrito (tal como escribimos esa palabra en nuestro idioma) es también llamado lingua confecta o perfecta (samskrita), porque la palabra original expresa el carácter “perfecto” u “ordenado” de esa lengua, cuyas reglas de composición y formación gramatical posee connotaciones estructurales de una complejidad casi algebraica. Se dice que el sánscrito es el aliento divino o la respiración de Visnu. De allí los poderes que tienen las palabras sánscritas repetidas en las oraciones (mantras), sus resonancias sagradas (dev-dhvani), su poder evocativo y sugestivo (vyanjana), e incluso su gustación o sabor (rasana).
La perfección y resonancia del sánscrito no tiene parangón en la historia de la lingüística. La gramática sánscrita, compilada por Panini (siglo IV a.C.), posee características y fórmulas de composición que vienen dadas por códigos o reglas de formación cifrada (sutras).[1] A modo de aforismos, estos códigos o fórmulas básicas, que debido a su profunda síntesis están sujetos a interpretaciones adicionales, actúan como claves de un magistral rompecabezas que manifiesta la esencia del conocimiento superior (veda, de la raíz vid, “conocimiento”), cuya expresión lingüística es una composición orquestada por estas fórmulas (los sutras), que constituyen los núcleos generadores de la sintaxis y las operaciones gramaticales del lenguaje sánscrito, de naturaleza declinativa en sus voces gramaticales (como el latín), con un rigor casi matemático. Para desentrañar o componer las imbricaciones de las raíces y la multiplicidad de sugerencias, equivalencias o significados de las frases y las palabras compuestas, deben conocerse bien tales reglas. Podrá entenderse la riqueza de este lenguaje, medio perfecto de alabanza sagrada y de profunda expresión poética, articulando una especie de melopea [2] sagrada, especialmente manifiesta en los himnos y las fórmulas melódicas del Sama Veda.
En la composición sánscrita la palabra está ligada a una estructura sonora, y como revelador instrumento de expresión poética posee gran poder sugestivo. La riqueza de la gama tonal en la pronunciación melódica de los mantras védicos, basa sus cadencias y pronunciación de acuerdo a reglas métricas y signos diacríticos, que vienen a ser como acentos de tonalidad, larga o corta, etc., según en que letra estén colocados estos signos fonéticos. Eso conforma una sonoridad sagrada, reflejándose en las vibraciones de las sílabas y grupos de palabras conjuntamente orquestadas en el fraseo de los slokas o versos, los cuales son cantados como loas u oraciones en ceremonias rituales y en la meditación solitaria, y esa recitación melódica es el reflejo sonoro directo del espejo del poeta y de los dioses, siendo la sílaba omkara (om oaum) la raíz de todo.
Los himnos védicos tienen por ello un efecto sutil sobre la psiquis, y propia estados de trance y fenómenos de naturaleza trascendente, los cuales han sido motivo de análisis en la psicología profunda, las investigaciones parasicológicas, la psicoterapia y el psicoanálisis. Las técnicas de meditación trascendental a través de mantra-yoga se basan en esa influencia terapéutica y mágica que tiene la repetición de ciertas palabras sánscritas. Los himnos védicos, al contrario de aquellos de carácter pagano occidental (como los himnos órficos), son la manifestación sonora de la Evidencia Absoluta, fundamento mismo del sruti (revelación oral). La naturaleza divina de esa clase de sonido revelador, que desciende del plano superior, es técnicamente llamada sabdha-brahma o sabdha-pramana, siendo reflejo exacto del mundo sagrado y de sus poderes espirituales.
Como explica el Bhagavad-gita, la vía por la cual desciende esa vibración sonora es llamada adhoksaya (trascendental), no mediante una tradición literaria. Las Escrituras Védicas no se atribuyen a un sujeto falible, y por eso se consideran aparauseya, por encima de los cuatro defectos humanos (ilusión, error, engaño, y sentidos imperfectos), y suficientemente consistentes para que ningún autor pretenda cambiar prefijos y sufijos de los códigos originales (especialmente del Vedanta-sutra), para acomodarlas, mediante artificios lógicos y/o gramaticales, a las conveniencias de su escuela filosófica o la corriente de su pensamiento particular.
El alfabeto sánscrito consta de un gran número de letras (signos-fonemas), integrado por 13 vocales (más los 2 signos llamados anusvara y visarga), 34 consonantes, 25 sparsas (la manera como se escriben las vocales cuando van acompañadas de consonantes), conformando un campo de unos 74 elementos sonoros, sin incluir los números del 0 al 9, que también se escriben de manera particular. También existen reglas de pronunciación y entonación, según la ubicación de los signos diacríticos, [3] tanto para vocales como para las consonantes, las cuales se clasifican en varios grupos (los paréntesis indican sus transliteraciones latinas): El Rig Veda contienen 1.017 himnos (alabanzas), dispuestos en 10 libros o ciclos (mandalas).
El Rig Veda contiene el pensamiento de varias generaciones y encierra por lo tanto varios estratos de pensamiento. Por ser la parte más antigua de los samitas (colecciones), al Rig Veda se le concede especial importancia genérica. De los primeros versos del Rig Veda surgen las estrofas (rich), las fórmulas rituales (yajus), las melodías (saman), y todo el cúmulo de materiales políticos orales generadores de una evolución religiosa, desde el estado animista hasta fórmulas más evolucionadas. Su forma canónica es el samhita, en el cual es regla la unión de las distintas palabras entre sí, según las normas de composición (sandhi y vritti) del lenguaje sánscrito. Junto a esta versión samhita del Rig Veda, hay que mencionar la versión pada (pie, cadencia métrica), en que cada palabra es reproducida aisladamente, deshaciendo los efectos estructurales del sandhi (para los sinónimos equivalentes palabra por palabra).
El cuadro de consonantes se dividen en guturales (ka, kha, ga, gha, y na, con un punto encima de la n);palatales (ca, cha, ja, jha, ña), cacumiales o cerebrales (ta, tha, da, dha, na, todas con un punto debajo de la primera consonante); dentales (ta, tha, da, dha, na), labiales (pa, pha, ba, bha, ma), semivocales (ya, ra, la, va), sibilantes (sa, sa, sa, la primera con una coma encima de la s y la segunda con un punto debajo); y aspiradas (ha, y el apóstrofe, llamado avagraha¸ que es como una comilla sencilla). Lamentablemente, no podemos insertar aquí un cuadro de los caracteres usados en la escritura sánscrita
En sánscrito no existe una acentuación fuerte en las sílabas, ni pausas entre las palabras en una línea, únicamente un fluir de sílabas cortas y largas, estas últimas doblemente prolongadas en su duración sonora. Una sílaba larga es aquella cuya vocal es larga, o cuya vocal corta va seguida de más de una consonante (incluyendo anusvara y visarga). Las consonantes cerebrales se pronuncian tocando el cielo de la boca con la punta de la lengua enrollada hacia atrás, y el resto como su mismo nombre lo indica, según esas inflexiones físico-fonéticas; las palatales desde el paladar, las guturales desde la garganta, las dentales oprimiendo la lengua con los dientes, las sibilantes con una especie de silbido, y la h aspirada emitiendo con cierta fuerza el aire de la garganta, como la j en jerez, pero más suave, y las consonantes labiales se pronuncian con los labios. Las consonantes aspiradas (tales como ka y gha), se cuentan como una sola consonante.
Las palabras sánscritas (y también en lengua bengalí) no están escritas con diacríticos (los signos que llevan algunas letras para su acentuación o pronunciación correcta). Por eso no daré en este documento las formas como se pronuncian las vocales, ni tampoco la pronunciación de las consonantes. Las consonantes guturales se pronuncian desde la garganta, las palatales desde el paladar, las cerebrales tocando el cielo de la boca con la punta de la lengua enrollada hacia atrás, las dentales oprimiendo la lengua contra los dientes, las labiales se pronuncian con los labios, y las consonantes sibilantes (tres clases de s, con y sin diacríticos) se pronuncian como una especie de silbido (una en forma palatal y la otra cerebral).
Las semivocales también se pronuncian de acuerdo a ciertas reglas, y la consonante aspirada, la h, se pronuncia como la j en la palabra jerez, pero en forma más suave, o sea es una h aspirada, lo cual significa que se pronuncia emitiendo con cierta fuerza el aire de la garganta.
Debido a esta evidente complejidad se entiende la dificultad del aprendizaje de esta lengua, cuya experticia requiere años de práctica. No obstante las excepciones y destrezas admirables, éste no es un ejercicio fácil, sin embargo muchos lingüistas y filólogos occidentales han llegado a dominar y traducir la lengua sánscrita, en cuyo universo lingüístico muchos han visto el gran legado cultural de la India.
El acuerdo del sistema de trascripción internacional, ha permitido una pronunciación lo suficientemente aproximada para transportar el sentido de vocablos y palabras, de manera que puedan ser reflejados los significados de la escritura original sánscrita, formada por caracteres pictográficos, como ocurre con los ideogramas chinos, la escritura árabe o la japonesa. Ese sistema de trascripción o reproducción, permite leer el texto sánscrito original a través de sus transliteraciones latinas, lo cual también facilita en los signos del lenguaje occidental la entonación de los slokas o versificaciones devanagari, facilitando también la traducción de cada una de las palabras que componen los versos, cuyos equivalentes pueden ser así vertidos al español o a cualquier otra lengua.[4]
La naturaleza de nuestra psiquis y genética de pensamiento, tan condicionado al pragmatismo y a la reproducción abstracta de los signos de los lenguajes europeos, quizás no es la mejor estructura para alcanzar la maestría en las lenguas orientales, pues la misma dificultad del estudio del sánscrito se presenta en los ideogramas chinos o japoneses, en el tibetano, el persa, el árabe, el bengalí, el iraní, el afgano, el turco, el yidish [5] de los hebreos, el tailandés, el malayo, el coreano, etcétera. Similar dificultad pudieran tener los orientales para dominar el francés, el inglés, el alemán, el ruso, el holandés (ciertamente difícil de aprender para los latinos), el griego, el polaco, el checo, el noruego, el portugués, el italiano, y nuestro tan musical español. Una torre de Babel cuyas fronteras han sido bastante derribadas para el buen entendimiento de la humanidad, parece levantarse entre el aprendizaje de las respectivas lenguas foráneas y los medios de comunicación entre los seres humanos.
El sánscrito tiene un poder sagrado originado de ciertas combinaciones, cuya interpretación a través de los sentidos literales y derivados no puede justificarse lo suficiente, en el sentido en que las lenguas y las interpretaciones literarias occidentales suelen hacerlo. Los mecanismos psico-lingüísticos del poder evocativo de las voces sánscritas, juegan un importante rol poco investigado, pues los “sentidos sugeridos” provienen de otros sentidos y percepciones, y todas estas sugestiones sonoras y complejidades lingüísticas (más de 5.000), han sido descritas y clasificadas en tratados (Sahitya-darpana, o “espejo de la composición”), y en obras que versan sobre el arte poético (Kavya-sastra). [6].
La epigrafía india poco o casi nada informa acerca de las arcaicas inscripciones sagradas antes del siglo IV d.C (después de Cristo), ni a través de las investigaciones arqueológicas de las primeras civilizaciones de Mohenjo-daro, ni en los vestigios monumentales del arte druida, las expresiones más antiguas de la arquitectura terrestre. Las lenguas neo-indias o indo-arias modernas, como a veces se les llama, son derivaciones evolutivas del sánscrito clásico. Estas ramas son el bengalí, el marathi y el indostani. Entre las sureñas lenguas draivídicas (de los dravidas), se cuentan el tamil, el telegu, el kanada o kanarés, y el malayala.
El sánscrito es el lenguaje literario de los Vedas, leídos e interpretados por la casta sacerdotal, losbrahmanas (brahmanes o brahmins, como también se les llama). El prakrtti es la lengua popular, de la cual emergen formas dialectales como el magadhi o pali (“canónico”), la forma literaria en que se encuentran la mayoría de los textos canónicos budistas. La relación entre el pali y el sánscrito, es análoga a la que existe entre el latín y las lenguas neo-latinas.
Como filólogo que profundizo en el estudio de las religiones comparadas, Max Müller sabía la importancia que tiene el estudio crítico del sánscrito para comprender la espiritualidad de la tradición Védica. Dijo lo siguiente al respecto:
“Ya nadie niega que nada vale tanto como el estudio crítico del sánscrito para ilustrar algunos de los más oscuros problemas que tiene que resolver la ciencia del lenguaje. Yendo más lejos, sostengo que si se quiere tener la plena inteligencia de las vías y medios adoptados por otros sistemas de lenguas, nada es más útil que hallarse en estado de compararlos los procedimientos del sánscrito.” [7]
Hasa aquí, las consideraciones respecto al lenguaje sánscrito, monumento por excelencia de la gran cultura védica de data inmemorial.
NOTAS
[1]. De acuerdo al Vayu Purana y al Skanda Purana, un sutra es “un código que expresa la esencia de todo conocimiento en un mínimo de palabras. Debe ser universalmente aplicable e impecable en su representación lingüística”.
[2]. Utilizo este término, del griego phanopoeia, en el sentido que le ha dado el poeta Ezra Pound al referirse al estilo: “El arte poético se divide en phanopoeia, melopoeia, y lopopoeia. O sea; la composición verbal se forma con palabras que evocan o definen fenómenos visuales [fanopeya]; que registran o sugieren fenómenos auditivos; registrando los diversos sonidos convencionales del alfabeto y conduciendo, o sugiriendo, una altitud o descenso del tono, que algunas veces puede registrarse más precisamente con una notación musical [melopeya], y, tercero, un juego, o una ‘danza’ de palabras entre los significados concomitantes, usos, costumbres y contenido sugerido, de las palabras mismas [logopeya].” (El Arte de la Poesía).
[3]. Los diacríticos son aquellos signos ortográficos propios de ciertas letras, como la diéresis en español, que en el sánscrito son variados, tienen una función musical, alargando o acentuando ciertas entonaciones y consonancias en el fraseo.
[4]. Esta ha sido la convención lingüística que se ha seguido en las traducciones fonéticas de los textos sánscritos en Occidente. Tal es el caso de la edición de El Bhagavad-gita Tal Como Es, en su versión española completa, corregida y aumentada. A.C.Bhaktivedanta Swami Prabhupada ha seguido esta norma en su traducción de los 700 versos del Gita, con iluminadores significados a cada uno de ellos. Esta edición ha merecido el reconocimiento académico internacional y ha sido traducida a 40 idiomas.
[5]. La lengua yidish (que significa ‘judía”) es el lenguaje vernáculo de los judíos askenazí es que nacieron o proceden del centro y este de Europa. Está considerada como una lengua germánica. Sin embargo tiene connotaciones especiales dentro de esta familia lingüística, porque emplea el alfabeto hebreo (con algunos caracteres modificados). Los filólogos datan su aparición entre los siglos IX y XII, como una adaptación dialectal del alto alemán que empleaban los judíos del suroeste de Alemania. Las tradiciones de la kabalah antigua defiende una expresión más ortodoxa, enraizada con significados esotéricos del lenguaje y sus interpretaciones simbólico-alegóricas.
[6]. Para una mayor exploración en la doctrina del lenguaje y los misterios poéticos de la estética hindú, véase mi traducción española del importante ensayo que RenI Daumal escribió sobre el tema: Acercamiento al arte poético de la India. Mi traducción fue publicada en Zona Tórrida, Revista de Cultura de la Universidad de Carabobo, No. 19, 1990, Valencia, Venezuela, pp. 150-174. Al final del ensayo (originalmente publicado en Les Cahiers du Sud, No. 236, Paris, 1941, “Message actuel de l’Inde, y republicado en Bharata—L’Origine du Teatre, la PoIsie et la Musique en Inde, Ed. Gallimard , Paris, 1972), se da un esquema de la operación poética según la teoría hindú.
[7]. Origen y desarrollo de la religión, Estudiados a la luz de las religiones de la India, Max Müller, versión española revisada y corregida por M.H.Alberti, Editorial Albatros, Buenos Aires, 1945, p. 173. El filólogo y orientalista M. Müller, nació en Dessau, Alemani, en 1823.Desde 1850, fue profesor de lenguas y literatura moderna, y de filología comparada en la Universidad de Oxford, y por eso se le asocia con la escuela de indianistas ingleses. Hizo grandes trabajos sobre literatura y lengua sánscrita. En 1827 abandonó sus actividades docentes para dedicarse a la publicación de una compilación enciclopédica de libros sagrados del Oriente, una voluminosa obra titulada The Sacred Books of the East, por la cual recibió muchas distinciones internacionales, así como la ciudadanía inglesa.
Vaisnava dasanudasa
Visuddha-sattva dasa
(Bhaktivedanta Institute)
OM TAT SAT
Esta Deidad china de KuanYin parece ser una versión de Brahma, Nótese las cabezas que emergen de su catur-mukhi.
Esta chota murti de bronce de Brahmaji sentado con sus cuatro cabezas parece ser de Tailandia o Laos.
Enigmática foto de Syamasundara del templo de Vrndavana. Algo ocurrió en mi cámara cuando tomé esta foto dentro del altar, después de vestir y pintar a la Deidad de Syama. No obstante, tiene una misteriosa belleza que ahora comparto. (Foto de Visuddha-sattva dasa)
Una antigua murti de piedra de Sri Narayana, en el Sur de la India.
Otra rara chota-murti del Señor Shiva en bronce coloreado.
Una bella escultura (murti) en bronce de Shiva Nataraja (ejecutando la danza de la destrucción).
Murti de Shiva en Rishikesh, en la orilla del Ganges.
Una enorme murti de Shiva en un lugar no identificado..
Una rara murti de Durga devi.
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