JIVA-SAKTI: Sobre la Identidad del Alma y su Potencial
Somos un producto del medio ambiente: Dondequiera que nos encontremos, allí recibimos una nueva influencia que pasa a no sólo ser parte de nuestras vidas, sino incluso a modificar nuestra identidad y transformarnos en una nueva persona.
La jiva o alma espiritual (en otras palabras, nosotros) posee una eterna existencia individual, la cual generalmente se define como sat-cit-ananda (hecha de existencia, conciencia y bienaventuranza). En comparación con nuestro falso sentido del ser basado en ahankara o falso ego, esta información acerca de nuestra naturaleza, parece ser todo aquello que restaba conocer acerca de nosotros mismos, dando así finalmente con nuestra real identidad. Pero no, esto recién comienza.
En general, solemos mantener la idea de que ya somos alguien, de que ya nos acompaña una identidad definida: en la vida ilusoria pensamos esto aferrándonos a nuestro falso sentido del ser compuesto de todos nuestros apegos temporales o en otras palabras, de todo aquello que consideramos que nos pertenece y se encuentra dispuesto para nuestro disfrute egoísta. Sobre tal base solemos generar una identidad, y así pasamos quizás toda nuestra vida creyéndonos que somos “nuestro” cuerpo, “nuestra” mente y todo aquello conectado con esto: país, raza, familia, casa, dinero, etc. De esta manera, la identidad ilusoria se sostiene (dentro lo insostenible que ésta es en verdad) sobre la falsa noción de un ego extendido, que de todas formas se irá viniendo abajo irremediablemente con el paso del arrasador tiempo.
Cuando logramos ir más allá de esta limitante idea comenzamos a concebirnos como seres eternos y espirituales, pero aún así no dejamos de abandonar la noción de que ya tenemos una identidad, pero ahora pensando de que dicha identidad se encuentra cubierta por el polvo de los deseos ilusorios, y que al purificar nuestro corazón, nuestra verdadera personalidad emerjerá plenamente, enterándonos así en última instancia quiénes somos.
Pero en ninguno de estos dos casos concebimos la idea de que nuestra identidad depende en realidad de la influencia del entorno, y más bien actuamos como si ya poseyésemos una “identidad personal incorporada” separada de toda influencia, cuando en verdad esto no es así en absoluto.
En el milenario lenguaje sánscrito, la palabra utilizada para definir la identidad de la jiva es “tatastha”, lo cual es generalmente traducido como “marginal” y se vincula a la línea imaginaria que divide el océano de la playa, la cual sabemos que nunca está establecida en un punto específico, sino en constante movimiento de acuerdo a diversas influencias externas a sí misma: Igualmente, el alma es tatastha en el sentido de que su identidad no se encuentra ya definida por completo en sí misma, sino que dependerá del contacto con la influencia bajo la cual elija refugiarse.
Como jiva-sakti, tenemos dos opciones: refugiarnos en maya-sakti o en svarupa-sakti. Si nos “refugiamos” en maya-sakti (la potencia ilusoria) acontecerá lo que ya describimos previamente: desarrollaremos un falso sentido del ser, basándonos en designaciones relativas concernientes a valores egoicos. Y si nos refugiamos bajo la influencia del svarupa-sakti (o energía interna del Supremo) podremos descubrir nuestro pleno potencial como almas, y allí sí lograr desarrollar una verdadera identidad definitiva en el plano espiritual. Y la práctica del bhakti, es exactamente acerca de esto último.
De esta manera el alma es definida como una “unidad de adaptabilidad”, la cual no posee por sí misma una identidad definida, pero que sí posee un potencial para que eso acontezca: De la misma forma en que la tierra posee un potencial para dar ilimitados frutos, pero para ello necesita “asociarse” con elementos como agua y semilla, asímismo el alma posee un potencial (el cual idealmente se da bajo el refugio de svarupa-sakti) pero también requiere del contacto con otros elementos fuera de ella, en la forma de recibir la semilla de la devoción de manos de Sri Guru (guru krishna-prasade paya bhakti-lata-bija), regarla con el agua del siksa apropiado, etc.
Podemos llegar a decir que estamos hechos de esta forma, de manera que nunca lleguemos a considerar que poseemos una identidad separada, aislada del entorno y absolutamente independiente, pues justamente esa es la enfermedad raíz que da lugar a toda anomalía en nuestras vidas: el considerarnos, vernos y sentirnos a nosotros mismos como seres no-dependientes, que no necesitan conectarse con alguien para encontrar su completitud. Así, nuestra verdadera identidad termina siendo un regalo de la energía superior de Sri Hari (svarupa-sakti) y la práctica del bhakti implica justamente el mantenernos bajo dicha influencia continuamente, de manera que tal potencia entre en contacto con nuestro potencial inherente como jivas, y dicha combinación dé eventualmente como resultado el surgimiento de nuestra identidad real última en el plano trascendental.
Pues hablar de almas, conciencia, eternidad, sat-cit-ananda, aún sigue siendo algo general y abstracto en comparación al potencial que acompaña a la jiva. Y justamente el bhakti (muy especialmente aquel que desciende a través del movimiento de Sriman Mahaprabhu y sus asociados) intenta ponernos en contacto con aquel tipo de influencia que nos permitirá ser todo aquello que podemos llegar a ser, mucho más allá de lo que hoy en día podemos concebir o incluso imaginar: Por nuestro propio esfuerzo y capacidad tal vez lleguemos a cierta concepción (teórica y práctica) acerca de nosotros mismos en relación a sentirnos unidades espirituales, pero para ir incluso más allá de esto, necesitamos la intervención de un plano el cual es incluso superior a nosotros mismos, el cual está hecho de una sustancia que debemos aprender a venerar y servir, eternamente. Y sólo así ganaremos la admisión para acceder a semejante mundo de información confidencial acerca de todo.
Quizás esta temática suene muy simple y básica para muchos, pero así como todo lo que es simple y básico es usualmente aquello menos comprendido y más malinterpretado, este tópico no es la excepción a la regla, incluso dentro del círculo de practicantes de muchos años dentro del proceso devocional. Por lo tanto, repetimos por las dudas: el bhakti no es algo inherente a la jiva sino un regalo que recibimos por gracia divina, y mediante dicha gracia puede generarse en nosotros una identidad, una personalidad que concuerde con el lila eterno al cual aspiramos.
Por ende, la idea de tener una identidad o personalidad depende 100% de la influencia que estemos recibiendo del entorno, y no con algo que ya nos acompaña eternamente. Lo que sí nos acompaña eternamente es el potencial de ser influenciados de una forma u otra, la tendencia a ser nutridos por un entorno específico, y así cuando tal tendencia se dirije en relación al svarupa-sakti bajo la guía adecuada, allí sí alcanzaremos un sthayi-bhava o un tipo de existencia permanente, en donde la personalidad que surja ya no se transformará en algo más, por decirlo así.
De esta forma, cuando hablamos de que el alma es individual, nos referimos principalmente a su potencial de escoger qué influencia recibir, pero no a una personalidad ya incorporada que nos esté esperando dentro nuestro, en ningún sentido de la palabra. Por ende, al hablar de “nuestra naturaleza” o “nuestra personalidad” tengamos mucho de cuidado de cómo estamos concibiendo esto, pues fácilmente podemos vernos a nosotros mismos como entes separados de toda influencia (otro aspecto del falso ego) cuando en verdad deberíamos comprender que tanto la así llamada personalidad material como la identidad última que surje en el plano espiritual perfecto, son un producto de determinadas influencias que nos han llevado hasta allí.
Así, nuestra identidad actual condicionada es un resultado del jiva-sakti habiendo entrado en contacto con maya-sakti, y nuestra identidad final espiritual será un resultado del jiva-sakti entrando en contacto con svarupa-sakti: Si aislamos al jiva-sakti tanto de maya-sakti como de svarupa-sakti, nos encontraremos en una especie de limbo (en ciertas líneas conocido como nirvikalpa-samadhi, sayujya-mukti, etc.) en donde no existiría posibilidad alguna de una personalidad o identidad, pese a que de todas formas nuestra individualidad nos acompañe por siempre.
Como conclusión al tema, el alma (y su respectiva identidad) sólo puede ser apropiadamente definida en términos de su potencialidad, pues eso es lo que implica la palabra “tatastha”. Desde ya que esta no debería ser una información que desanime a nadie ni que nos haga sentirnos desprovistos de la identidad que creíamos que teníamos o algo por el estilo, sino justamente más bien animarnos a comprender cuál es el proceso adecuado a través del cual lograremos finalmente encontrarnos a nosotros mismos en un vínculo eterno de amor divino con Sri Krishna y sus íntimos asociados.
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