EL PRINCIPAL DESAFIO
En el pasado no sólo Sri Caitanya Mahaprabhu mismo, sino incluso muchos de nuestros acaryas previos tuvieron que luchar contra diversas desviaciones que, en sus respectivas épocas, atentaban contra la apropiada práctica y prédica de la devoción pura:
-Srila Bhaktivinoda Thakura tuvo que batallar arduamente contra los prakrita-sahajiyas.
-Srila Bhaktisiddhanta Saraswati Thakura hizo esto mismo en relación a los goswamis de casta.
-Srila Prabhupada enfatizó fuertemente su (o)posición para con la filosofía advaita-vedanta (más conocida como impersonalismo).
En verdad, todos ellos tuvieron que enfrentarse a cada una de todas estas situaciones y muchas otras pero en los tiempos actuales, considero que unos de los principales desafíos que como aspirantes al bhakti tenemos por delante (además desde ya de las tendencias aquí mencionadas) es sobre todo el trascender la mentalidad kanistha que suele afectar la práctica de gran mayoría de los sadhakas.
En un sentido, este punto es aún más delicado y difícil de trabajar pues se encuentra presente dentro del mismo movimiento devocional (y de uno mismo sobre todo) y no tanto fuera (aunque también desde ya), y se caracteriza por todo aquello que caracteriza a un practicante neófito: inmadurez, fanatismo, mediocridad, conformismo, estrechez mental, sectarismo, superficialidad, sentimentalismo y toda una serie de posturas que a menos que sepamos transformarlas a su debido momento, muy probablemente las establezcamos más y más como stándards de nuestro movimiento, viéndonos así desprovistos de la esencia real que se encuentra detrás de semejantes capas.
Este síndrome puede tranquilamente abarcarlo todo, y así llevarnos a proyectar toda una serie de prejuicios y comprensiones parciales sobre las más delicadas temáticas: Sri Guru, su divina misión y deseo, la posición interna de las grandes almas, las cualidades y valores reales que promueven el progreso constante, etc. Y todo esto existe en infinidad de niveles, por lo que debemos mostrarnos muy (pre) dispuestos a lidiar con ello todo el tiempo que sea necesario para realmente librarnos por completo de todo vestigio de "kanisthismo". Sino, muy probablemente nos estemos inspirando con aquello que no debería inspirarnos, y no nos resulte para nada inspirador todas aquellas cosas que justamente deberían constituir la principal fuente de entusiasmo para nosotros.
El sólo hecho de atrevernos a considerar dentro nuestro la posibilidad de que algo así pueda existir ya es todo un logro y nuestro lado condicionado naturalmente lo sentirá algo vertiginoso, peligroso e indeseable, queriendo de inmediato huir en la dirección opuesta. Pero es allí donde la inteligencia debe triunfar por encima de todo impulso enfermizo: la inteligencia de guru, sastra y sadhu que se mantendrán insistiendo y apuntando en la dirección correcta, y nosotros seremos allí felizmente puestos a prueba para determinar la seriedad de nuestro intento devocional. No huyamos de tales momentos ni de las personas que nos invitan a tales momentos, sino que más bien oremos por recibir semejante asociación y cuando la detectemos, salgamos disparados hacia allí sin pensarlo dos veces.
Desde ya que es también parte del proceso el atravesar durante cierto tiempo las etapas aquí cuestionadas (e incluso pensar que uno las ha superado, para luego darse cuenta que aún sigue en otra faceta de este tipo de mentalidad) pero a su vez no debemos mostrarnos demasiado tolerantes ni pacientes ante dichas actitudes, sino más bien ser lo suficientemente sinceros como para desear crecer en nuestra concepción de las cosas, y así ir adquiriendo por la gracia de sadhus superiores un mayor criterio de todo e ideales superiores.
Ser kanistha-adhikari es de por sí todo un logro comparado a la lamentable situación del alma condicionada en este mundo, pero aún así no constituye la meta última a alcanzar. Es por ello que todos nuestros reales bienquerientes siempre nos animarán a profundizar en la manera en que estamos entendiendo nuestra propia práctica y las motivaciones que sostienen la misma, pues sólo así podremos entregar algo más sustancial al mundo, a nuestros propios hermanos espirituales y a nosotros mismos, y convertir semejante entrega en una ofrenda cada vez más digna y saboreable a los pies de Sus Señorías.
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