SRI
NRSIMHADEVA
SRI NRSIMHADEVA
Creado por juancas el jueves, 25 de agosto de 2011 a la(s) 19:21
Continuación de la nota anterior: La serpiente y las ranas, etc.
de Visuddha-sattva Das (Notas)el jueves, 25 de agosto de 2011 a la(s) 19:21CONTENIDO
NOTAS de Visuddha-sattva Das
Publicadas en el AÑO 2011- Srila Prabhupada dijo: “Krishna puede rechazarte”
- Srila Prabhupada-siksa
- Srila prabhupada dijo: Contra el impersonalismo y la adoración de los semidioses
- Lo que dijo Srila Prabhupada sobre los procesos de siddha-pranali, asta-kaliya-lila y raganuga-bhakti
- Continuación: ¿Qué es siddha-pranali?
- Continuación: ¿Qué dijo Prabhupada sobre el siddha-pranali?
- Lo que Srila Prabhupada no quería
- Srila Prabhupada dijo: Pasajes extraidos de la Biografía de Srila Prabhupada
- Srila Prabhupada sobre los sueños y las experiencias astrales
- El Néctar de Prabhupada (Octava entrega)
- El Néctar de Prabhupada (Una historia especial)
- El Néctar de Prabhupada (Séptima entrega)
- El Néctar de Prabhupada (Sexta entrega)
- El Néctar de Prabhupada (Quinta entrega)
- El Néctar de Prabhupada (Cuarta entrega)
- El Néctar de Prabhupada (Tercera entrega)
- El Néctar de Prabhupada (Segunda entrega)
- El Diario de Srila Prabhupada en el Jaladuta-1965
- Una carta de Srila Prabhupada a Srila Sridhara Maharaj
- Srila Prabhupada dijo: sobre la calificación de un brahmana
- Srila Prabhupada uvaca: El principio de yukta vairagya; toda riqueza y opulencia humana deben utilizarse en Krishna-seva
- Srila Prabhupada uvaca: ¿Quién es un devoto materialista o kanistha-adhikari?
- Srila Prabhupada y los profesores
- Los peligros de desviarse de las instrucciones del maestro espiritual: 3 cartas de Srila Prabhupada
- El significado del Vyasa-Puja de Srila Prabhupada
- Srila Prabhupada dijo
- Quien no sigue al guru tal como debe ser no puede ser considerado discípulo
- Pasatiempos de Srila Prabhupada: La primera edición del Bhagavad-gita
- Srila Prabhupada dijo (Bhag. 29 Sep. 1974)
- El néctar de Prabhupada (Serie de entregas)
- Srila Prabhupada uvaca: No hay dificutad para que Krishna nos dé un Guru
- Srila Prabhupada uvacha
- "La esencia de la prédica de la Conciencia de Krishna": Carta de Srila Prabhupada a R. Prakash (22 Junio 1951)
- Instrucciones de Srila Prabhupada...
- Memorias e instrucciones de Srila Prabhupada
- Prabhupada uvaca: ¿Quién es guru y cómo aceptar discípulos?
- Srila Prabhupada uvaca: Anavrttih sabdat—Liberación por medio del sonido
- La nefasta civilización moderna: citas de Srila Prabhupada
- Srila Prabhupada-lila… y un testimonio personal
- Srila Prabhupada uvaca: Sobre la vida sexual y su reflejo pervertido
- Visión y Plan Maestro para ISKCON Vrindavana (los verdaderos estándares de Srila Prabhupada)
- Visuddha-sattva Das - INDICE de NOTAS VAISHNAVAS
Srila Prabhupada
Continuación de la nota anterior: La serpiente y las ranas, etc.
el jueves, 25 de agosto de 2011 a la(s) 19:21
______Continuación de la nota anterior: Cuentos Fábulas y Moralejas (del Hitopadesa)
La serpiente y las ranas
En un jardín abandonado, habitaba una serpiente vieja que ya no tenía fuerzas ni siquiera para buscar su alimento. Se dejó caer a la orilla de un estanque y allí permaneció inmóvil.
Una rana la vio, se le acercó y le dijo:
—“Por qué permaneces aquí quieta sin buscar alimento”.
—“Amiga mía, —le respondió la serpiente— sigue tu camino, porque mi desgraciada historia no es interesante para nadie”.
Esa respuesta picó la curiosidad de la ranita y le suplicó a la serpiente que se la contase. Y la serpiente comenzó a decirle:
“En la Ciudad del Cielo vivía un gran sabio. Impulsada por la maldad, mordía un día al hijo de aquel sabio, que era un joven de veinte años que poseía todas las virtudes. Viendo muerto a su hijo, el viejo sabio de barbas blancas y venerables, se desmayó de dolor y cayó al suelo. Todos sus parientes fueron a asistirlo y uno de sus amigos le dijo:
—“Es preciso que hayas perdido la razón para lamentarte así, hermano mío, porque la muerte no es más que la continuación de la vida; y misma vida y todo lo que nos sucede en el transcurrir de los años, no es más que vanidad perecedera.
—“¿Adónde están ahora aquellos señores que gobernaban el mundo, con sus ejércitos y su corte de seguidores? Hoy solamente queda la tierra como testigo que acredita su ausencia”.
—“¿No vemos nosotros mismos que nuestro cuerpo se desvanece por instantes? Puede decirse que se disuelve como una vasija de barro mal cocido en la que se hubiera puesto agua”.
—“Lo mismo que en el océano dos pedazos de madera se encuentran, y al instante se apartan después que se han juntado, así en el mundo material los seres vivos no se reúnen más que para separarse”.
—“Buscar solidez en las relaciones de esta vida es lo mismo que pretender hallar consistencia en una burbuja de agua”.
—“Desde la primera noche de su estancia en el seno de su madre, el ser nacido de raza de hombres y mujeres, va derecho hacia la muerte”.
—“Así como los ríos siguen su curso y no retroceden a su punto de origen, las noches y los días transcurren sin cesar y se llevan la vida de los mortales”.
—“Calma pues tu dolor, y aleja de tu espíritu cualquier pensamiento que te aflija”.
Al oír aquellas palabras, el hombre que había perdido a su hijo por la mordedura de la venenosa serpiente, se levantó como un hombre que despierta de un penoso sueño, y exclamó:
—“Mi casa es ahora un infierno para mí. No quiero habitarla más y voy a retirarme a un bosque. La dicha es para quien se va del mundo. Lo que se llama gozo no lo es. La palabra ‘dicha’ nos ha sido dada sólo como remedio para aliviar al afligido, lo mismo que se da a respirar el perfume del loto a un niño que llora”.
“Entonces, —dijo la serpiente a la rana curiosa—el viejo sabio me maldijo y exclamó: —‘A partir de hoy, llevarás las ranas a tu espalda.’ Esa es la causa de que yo me halle bajo el peso de la maldición de un sabio brahmán, y por lo que permanezco aquí para llevar ranas, de una parte a otra”.
La rana fue seguidamente a contar toda esa aventura a la reina de las ranas, la cual se acercó y se subió encima de la serpiente. Entonces la serpiente empezó a arrastrarse penosamente. La reina le dijo:
—“¿Por qué no vas más rápido?
—“Princesa, —respondió la serpiente—; la falta de alimento me ha hecho perder mis fuerzas”.
—“¡Pues bien! Come ranas; te lo ordeno,”—respondió la reina.
—“Es un gran favor el que me concedes,”—dijo la serpiente.
Y se comió una tras otra todas las ranas. Y cuando vio que ya no quedaba ninguna en el estanque, se comió a la reina.
El sabio, cuando tiene motivos para obrar, debe, si es preciso, llevar a la espalda aún a sus enemigos.
El cazador, el ciervo, el jabalí, la serpiente y el chacal
En la ciudad de Kalipura vivía un cazador llamado Bairava. Un día agarró su arco y fue a cazar ciervos en un bosque cercano. Encontró una gacela y le disparó certeramente sus crueles flechas. Cuando iba caminando con su presa, vio un jabalí de temible aspecto. Dejó en tierra a la gacela y le disparó una flecha, El jabalí hizo un gruñido terrible y atacó a su agresor, a quien abrió el vientre de una dentellada feroz. Después cayó y expiró sobre el cuerpo del cazador, aplastándolo con su peso.
Sus pies aplastaron a una serpiente. Poco tiempo después, un chacal que iba errante por aquellos parajes boscosos buscando su alimento, vio a la gacela, al cazador, al jabalí y a la serpiente, todos muertos.
—“¡Ah!, —se dijo contemplándolos con ávida mirada— hoy he encontrado comida abundante. Con su carne podré mantenerme bien por lo menos durante tres meses: el hombre me servirá para comer un mes; la gacela y el jabalí dos meses, y la serpiente un mes. Por el día de hoy me contentaré con mordisquear la cuerda del arco. Guardaré esas carnes deliciosas y me ocuparé de la cuerda: eso será suficiente”.
Pensando de esa forma, se puso a morder la cuerda. Pero a la primera dentellada la cortó de repente. El arco se distendió, y el chacal, murió herido en el corazón.
Es bueno economizar, pero no es bueno economizar demasiado.
En lo que se refiere a las riquezas, el hombre rico no posee realmente más de lo que da y lo que consume. El resto es para el primero que se aparezca.
Las abejas
Esta es la historia de un príncipe que quedó fascinado con el mundo de las abejas. Un día, después de haber cazado toda la mañana bajo el pleno Sol, fue a un bosquecillo para descansar. Allí vio un enjambre de abejas dedicadas a su laborioso trabajo.
Quedó sorprendido de la maravillosa producción y habilidad de esos insectos. Todos sus movimientos y el modo tan admirable en que trabajaban, impresionaron tanto al príncipe, que le inspiraron el deseo de preguntarle a su ministro consejero cuál era el propósito que movía a esos seres alados a reunirse alrededor de un árbol y producir tan dulce miel, y a quien pertenecía el numeroso ejercito de su colmena. Las celdillas del panal donde trabajaban intensamente apretadas, estaban construidas con una envidiable arquitectura, en cuyos huecos hexagonales depositaban la dorada miel con la colaboración de todo el enjambre.
Cuando el príncipe le preguntó al ministro, este le respondió:
—“Señor, a pesar de ser pequeños, esos animales que vuelan libando el polen de las flores del campo para producir tan rica miel, son muy útiles por el provecho que puede obtenerse de su trabajo admirable. No le hacen daño a nadie. Las abejas tienen una naturaleza prodigiosa y parecen estar animadas por el espíritu de Dios y dedicadas a cumplir su voluntad”.
El ministro siguió diciendo:
—“Tienen una reina que se llama Madubringa y su cuerpo es más corpulento que el resto de la colmena. Todas las abejas tiemblan bajo sus órdenes como una débil hoja sacudida por el viento, obedeciendo sus mandatos”.
—“Esa reina tiene consejeros y asistentes, lugartenientes, porteros y guardias, ayudantes y obreras. Sus favoritos y sus súbditos están dotados de un espíritu maravilloso: ellos mismos construyen el palacio de la reina con tanto arte, que sorprendería a un gran arquitecto si este viera lo que son capaces de construir esta clase de misteriosos insectos. La abeja es, aún más que la hormiga un ser de multitud. Sólo puede vivir en aglomeración. Cuando sale de la atestada colmena, vuela un momento por el espacio lleno de flores, así como el nadador se sumerge en el océano lleno de perlas, pero bajo pena de muerte es preciso que a intervalos regulares vuelva a respirar la multitud del enjambre, de la misma manera que el nadador sale a respirar aire”.
—“Cuando está terminado el palacio, la reina recibe un juramento de las abejas; ellas se comprometen a no posarse nunca en ninguna basura. De las rosas, de los jacintos, de la albahaca y de otras flores fragantes, extraen delicados jugos, de los cuales, se forma en su estómago una substancia ambrosíaca que conocemos con el nombre de miel y que sirve para componer una bebida muy útil para la salud. Cuando las abejas regresan de hacer su recolección, los porteros las examinan para comprobar cuidadosamente si vienen limpias. Si están manchadas con alguna basura, las matan instantáneamente con su poderoso aguijón. Cuando por alguna negligencia, dejan pasar algunas impuras, la reina lo averigua personalmente, y después de ordenar que se presenten los culpables, condena a muerte a los porteros y luego a las abejas, por no haber cumplido la disciplina”.
—“Aislada y provista de abundante alimento, en la temperatura más favorable, expira al cabo de algunos días, no de hambre ni de frío, sino de soledad. Toda la colmena exhala para ella un alimento invisible tan indispensable como la miel. Esa necesidad es la fija el espíritu de las leyes de la colmena, el cual dispone el trabajo de cada una de las obreras. Según su edad, distribuye su tarea a las nodrizas que cuidan de las larvas y de las ninfas cuyo alimento es la miel. A las damas de honor de la reina, que son como exquisitos seres espirituales, muchos las llaman Manllaris. Ellas la sirven expertamente y no la pierden de vista. Hay abejas ventiladoras que batiendo sus alas renuevan el aire de la colmena, activando la evaporación de la miel demasiado húmeda. Hay abejas albañiles, escultoras y cereras, que hacen la cadena y construyen los panales moldeando la cera. Hay recolectadas que van al campo en busca del néctar de las flores. Están también las químicas, que conservan la miel producida del polen, agregando en ella una gota de ácido fórmico por medio de sus dardos. Están las que cierran el tesoro maduro, las barrenderas que conservan la limpieza, las que se llevan a los cadáveres, las amazonas que vuelan de noche velando por la seguridad del umbral, interrogando a las que van y vienen, reconociendo a las adolescentes a su primera salida, espantando a los vagabundos, a los roncadores, a los saqueadores, expulsando a los intrusos, atrincherándose en la entrada y atacando a los enemigos temibles”.
—“Tienen una gama de sonidos y zumbidos para comunicarse, desde la felicidad profunda hasta la amenaza y la cólera, la música para la reina y los misteriosos gritos de guerra de las princesas adolescentes en los combates, los salmos del dolor y las matanzas que preceden el vuelo nupcial. Es probable que no oigamos sino una mínima parte de lo que dicen en sus extraños lenguajes y que emitan una multitud de armonías sutiles que nuestros órganos humanos no puedan percibir. Detectan con rapidez asombrosa a las mariposas siniestras que se roban la miel, que penetra intrusamente en la colmena murmurando una especie de encantamiento irresistible, pero la noticia circula vertiginosamente entre las conmovidas abejas, alertando a las guerreras y guardianas. Mucho más podría decirse sobre la naturaleza y existencia de las abejas, y escribir una gran obra acerca del mundo de estos sabios y enigmáticos insectos”.
El ministro del príncipe asombrado le siguió diciendo:
—“Cuentan las viejas historias que, imitando a las abejas, un famoso emperador fue el primero que estableció porteros, asistentes y guardianes en su cámara, y oficiales en su palacio, y que después de él, los demás reyes supieron llevar hasta la perfección el buen orden y la organización que actualmente se observa en sus respectivas cortes y en sus ejércitos”.
Entonces, el príncipe preguntó a su ministro:
—“Me sorprende que las abejas, aunque salvajes y temidas por muchas personas, no tengan enemistad las unas con las otras, que no se sirvan de su aguijón más que para tomar su alimento, que sólo a veces ataquen cuando son perturbadas de alguna manera, y que elaboren y muestren tanta dulzura”.
El ministro volvió a tomar la palabra:
—“Señor, esos animalitos de rayas amarillas y negras con alas zumbadoras, se gobiernan por común instinto. Pero no sucede así con los hombres, ya que cada uno tiene diferente condición natural. Así como los seres humanos se componen de alma y de cuerpo, que son cosas muy distintas, porque la una es sutil y la otra grosera y material; la primera representa la luz y la otra la oscuridad de las tinieblas, constituye un ser elevado y al mismo tiempo un ser vil y bajo. Cada uno de estos seres quiere sobreponerse al otro: por eso surgen las diferencias que existen entre ellos. Por ese motivo se entregan a la codicia, a la envidia, al odio, a las crueldades, a las imposturas y mezquindades, a las actividades indeseables y a todas las pasiones desordenadas”.
Y si no fuera porque el príncipe maravillado quería descansar, después de ese día de caza en que había observado con fascinación el mundo de las abejas, el ministro le hubiera seguido hablando de ellas durante mil y una noches.
El ratón y el mago solitario
Un mago que tenía una larga barba blanca vivía recluido en un bosque. Un día, cerca de su retiro, vio un ratoncito que había caído del pico de un cuervo. Lo recogió y le dio unos granitos de arroz. Le consiguió más alimento y lo cuidó cariñosamente hasta que pudo restablecerse de su penosa caída.
Cuando andaba por los alrededores de la cueva donde el mago se dedicaba a sus meditaciones y artes secretas, el ratón se encontró con un gato que quiso cazarlo para devorarlo. El ratón huyó asustado y apenas pudo escaparse de la persecución, refugiándose en el retiro solitario del mago, quien era además muy sabio y tenía poderes milagrosos.
—“Señor, señor, ¡sálveme, por favor! Me viene persiguiendo un gato que quiere comerme”. — Le dijo el ratoncito al mago solitario.
Debido al poder que había adquirido por la ejecución de muchas austeridades y prácticas devocionales del yoga, el viejo sabio transformó mágicamente el ratón en gato.
Ese gato fue perseguido por el perro. El gato comenzó a correr lanzando maullidos de temor. Nuevamente pudo escaparse cuando entró en la morada del mago solitario.
—“Señor, señor, ¡sálveme, por favor! Un perro me viene persiguiendo”.—Le dijo el gato al viejo asceta de larga barba blanca que estaba en profunda concentración. Saliendo de su trance, el mago abrió los ojos y comprendiendo la situación, lo metamorfoseó en un perro más grande que el que quería atacarlo.
Pasaron unos días en calma. El perro estaba olfateando cerca de un árbol cuando vio un tigre y se espantó lleno de miedo. Corrió inmediatamente hasta el refugió de su benefactor y le pidió otra vez que lo protegiera, pues había visto un tigre que tenía intenciones de devorarlo. De nuevo, el mago solitario accedió a su petición y convirtió al perro en un enorme tigre de aspecto muy feroz.
Aunque el animal que había transformado era fuerte y temible, el viejo sabio no le consideraba ni más ni menos que como un ratón. Cuando alguien se acercaba a su retiro solitario, decía:
—“Aquí reside el mago solitario que metamorfoseó el ratón en un tigre feroz”.
Sintiéndose humillado por esas palabras, que todos decían cuando pasaban por aquel lugar, el tigre pensó:
—“Mientras viva ese mago solitario, no se podrá olvidar mi vergonzoso origen”.
Y después de hacerse tal reflexión, el tigre quiso matar al mago solitario. Se acercó a la cueva y cuando estuvo frente a él, lanzó un espantoso rugido y abrió sus enormes fauces mostrando sus poderosos y afilados colmillos.
Pero adivinando su propósito, el mago solitario (que siempre estaba unido con Dios en su meditación y poseía el poder de la clarividencia) adivinó el propósito que tenía el animal de saltarle encima para comérselo. Con la rapidez del relámpago, antes de que abalanzara el felino amenazador, pronunció unas palabras mágicas y con un sorprendente chasquido de los dedos ordenó:
—“¡Vuelve a ser ratón”.—Y el tigre volvió a ser un indefenso ratoncito.
Esta historia nos da una lección: jamás debemos intentar atacar a quienes son superiores a nosotros y nos han concedido su bondad. El orgullo y el desprecio contra quienes nos han ayudado generosamente, son ofensas imperdonables. Y la vida se encarga de castigarnos con las reacciones a tales actos de poca nobleza.
Además: nunca se debe elevar a una persona de baja condición a la clase de los superiores, ni al nivel de quien tiene grandes cualidades, así como a nadie se le ocurre poner una sandalia sucia en el lugar de una joya, que debe adornar la cabeza, o de la misma manera que nadie ofrece a los cerdos un dulce manjar lleno de perlas.
Y colorín colorado, estos cuentos se han acabado (hay más) y espero que les hayan gustado
Vaisnava dasanudasa
Visuddha-sattva dasa
(Bhaktivedanta Institute)
OM TAT SAT
La serpiente y las ranas
En un jardín abandonado, habitaba una serpiente vieja que ya no tenía fuerzas ni siquiera para buscar su alimento. Se dejó caer a la orilla de un estanque y allí permaneció inmóvil.
Una rana la vio, se le acercó y le dijo:
—“Por qué permaneces aquí quieta sin buscar alimento”.
—“Amiga mía, —le respondió la serpiente— sigue tu camino, porque mi desgraciada historia no es interesante para nadie”.
Esa respuesta picó la curiosidad de la ranita y le suplicó a la serpiente que se la contase. Y la serpiente comenzó a decirle:
“En la Ciudad del Cielo vivía un gran sabio. Impulsada por la maldad, mordía un día al hijo de aquel sabio, que era un joven de veinte años que poseía todas las virtudes. Viendo muerto a su hijo, el viejo sabio de barbas blancas y venerables, se desmayó de dolor y cayó al suelo. Todos sus parientes fueron a asistirlo y uno de sus amigos le dijo:
—“Es preciso que hayas perdido la razón para lamentarte así, hermano mío, porque la muerte no es más que la continuación de la vida; y misma vida y todo lo que nos sucede en el transcurrir de los años, no es más que vanidad perecedera.
—“¿Adónde están ahora aquellos señores que gobernaban el mundo, con sus ejércitos y su corte de seguidores? Hoy solamente queda la tierra como testigo que acredita su ausencia”.
—“¿No vemos nosotros mismos que nuestro cuerpo se desvanece por instantes? Puede decirse que se disuelve como una vasija de barro mal cocido en la que se hubiera puesto agua”.
—“Lo mismo que en el océano dos pedazos de madera se encuentran, y al instante se apartan después que se han juntado, así en el mundo material los seres vivos no se reúnen más que para separarse”.
—“Buscar solidez en las relaciones de esta vida es lo mismo que pretender hallar consistencia en una burbuja de agua”.
—“Desde la primera noche de su estancia en el seno de su madre, el ser nacido de raza de hombres y mujeres, va derecho hacia la muerte”.
—“Así como los ríos siguen su curso y no retroceden a su punto de origen, las noches y los días transcurren sin cesar y se llevan la vida de los mortales”.
—“Calma pues tu dolor, y aleja de tu espíritu cualquier pensamiento que te aflija”.
Al oír aquellas palabras, el hombre que había perdido a su hijo por la mordedura de la venenosa serpiente, se levantó como un hombre que despierta de un penoso sueño, y exclamó:
—“Mi casa es ahora un infierno para mí. No quiero habitarla más y voy a retirarme a un bosque. La dicha es para quien se va del mundo. Lo que se llama gozo no lo es. La palabra ‘dicha’ nos ha sido dada sólo como remedio para aliviar al afligido, lo mismo que se da a respirar el perfume del loto a un niño que llora”.
“Entonces, —dijo la serpiente a la rana curiosa—el viejo sabio me maldijo y exclamó: —‘A partir de hoy, llevarás las ranas a tu espalda.’ Esa es la causa de que yo me halle bajo el peso de la maldición de un sabio brahmán, y por lo que permanezco aquí para llevar ranas, de una parte a otra”.
La rana fue seguidamente a contar toda esa aventura a la reina de las ranas, la cual se acercó y se subió encima de la serpiente. Entonces la serpiente empezó a arrastrarse penosamente. La reina le dijo:
—“¿Por qué no vas más rápido?
—“Princesa, —respondió la serpiente—; la falta de alimento me ha hecho perder mis fuerzas”.
—“¡Pues bien! Come ranas; te lo ordeno,”—respondió la reina.
—“Es un gran favor el que me concedes,”—dijo la serpiente.
Y se comió una tras otra todas las ranas. Y cuando vio que ya no quedaba ninguna en el estanque, se comió a la reina.
El sabio, cuando tiene motivos para obrar, debe, si es preciso, llevar a la espalda aún a sus enemigos.
El cazador, el ciervo, el jabalí, la serpiente y el chacal
En la ciudad de Kalipura vivía un cazador llamado Bairava. Un día agarró su arco y fue a cazar ciervos en un bosque cercano. Encontró una gacela y le disparó certeramente sus crueles flechas. Cuando iba caminando con su presa, vio un jabalí de temible aspecto. Dejó en tierra a la gacela y le disparó una flecha, El jabalí hizo un gruñido terrible y atacó a su agresor, a quien abrió el vientre de una dentellada feroz. Después cayó y expiró sobre el cuerpo del cazador, aplastándolo con su peso.
Sus pies aplastaron a una serpiente. Poco tiempo después, un chacal que iba errante por aquellos parajes boscosos buscando su alimento, vio a la gacela, al cazador, al jabalí y a la serpiente, todos muertos.
—“¡Ah!, —se dijo contemplándolos con ávida mirada— hoy he encontrado comida abundante. Con su carne podré mantenerme bien por lo menos durante tres meses: el hombre me servirá para comer un mes; la gacela y el jabalí dos meses, y la serpiente un mes. Por el día de hoy me contentaré con mordisquear la cuerda del arco. Guardaré esas carnes deliciosas y me ocuparé de la cuerda: eso será suficiente”.
Pensando de esa forma, se puso a morder la cuerda. Pero a la primera dentellada la cortó de repente. El arco se distendió, y el chacal, murió herido en el corazón.
Es bueno economizar, pero no es bueno economizar demasiado.
En lo que se refiere a las riquezas, el hombre rico no posee realmente más de lo que da y lo que consume. El resto es para el primero que se aparezca.
Las abejas
Esta es la historia de un príncipe que quedó fascinado con el mundo de las abejas. Un día, después de haber cazado toda la mañana bajo el pleno Sol, fue a un bosquecillo para descansar. Allí vio un enjambre de abejas dedicadas a su laborioso trabajo.
Quedó sorprendido de la maravillosa producción y habilidad de esos insectos. Todos sus movimientos y el modo tan admirable en que trabajaban, impresionaron tanto al príncipe, que le inspiraron el deseo de preguntarle a su ministro consejero cuál era el propósito que movía a esos seres alados a reunirse alrededor de un árbol y producir tan dulce miel, y a quien pertenecía el numeroso ejercito de su colmena. Las celdillas del panal donde trabajaban intensamente apretadas, estaban construidas con una envidiable arquitectura, en cuyos huecos hexagonales depositaban la dorada miel con la colaboración de todo el enjambre.
Cuando el príncipe le preguntó al ministro, este le respondió:
—“Señor, a pesar de ser pequeños, esos animales que vuelan libando el polen de las flores del campo para producir tan rica miel, son muy útiles por el provecho que puede obtenerse de su trabajo admirable. No le hacen daño a nadie. Las abejas tienen una naturaleza prodigiosa y parecen estar animadas por el espíritu de Dios y dedicadas a cumplir su voluntad”.
El ministro siguió diciendo:
—“Tienen una reina que se llama Madubringa y su cuerpo es más corpulento que el resto de la colmena. Todas las abejas tiemblan bajo sus órdenes como una débil hoja sacudida por el viento, obedeciendo sus mandatos”.
—“Esa reina tiene consejeros y asistentes, lugartenientes, porteros y guardias, ayudantes y obreras. Sus favoritos y sus súbditos están dotados de un espíritu maravilloso: ellos mismos construyen el palacio de la reina con tanto arte, que sorprendería a un gran arquitecto si este viera lo que son capaces de construir esta clase de misteriosos insectos. La abeja es, aún más que la hormiga un ser de multitud. Sólo puede vivir en aglomeración. Cuando sale de la atestada colmena, vuela un momento por el espacio lleno de flores, así como el nadador se sumerge en el océano lleno de perlas, pero bajo pena de muerte es preciso que a intervalos regulares vuelva a respirar la multitud del enjambre, de la misma manera que el nadador sale a respirar aire”.
—“Cuando está terminado el palacio, la reina recibe un juramento de las abejas; ellas se comprometen a no posarse nunca en ninguna basura. De las rosas, de los jacintos, de la albahaca y de otras flores fragantes, extraen delicados jugos, de los cuales, se forma en su estómago una substancia ambrosíaca que conocemos con el nombre de miel y que sirve para componer una bebida muy útil para la salud. Cuando las abejas regresan de hacer su recolección, los porteros las examinan para comprobar cuidadosamente si vienen limpias. Si están manchadas con alguna basura, las matan instantáneamente con su poderoso aguijón. Cuando por alguna negligencia, dejan pasar algunas impuras, la reina lo averigua personalmente, y después de ordenar que se presenten los culpables, condena a muerte a los porteros y luego a las abejas, por no haber cumplido la disciplina”.
—“Aislada y provista de abundante alimento, en la temperatura más favorable, expira al cabo de algunos días, no de hambre ni de frío, sino de soledad. Toda la colmena exhala para ella un alimento invisible tan indispensable como la miel. Esa necesidad es la fija el espíritu de las leyes de la colmena, el cual dispone el trabajo de cada una de las obreras. Según su edad, distribuye su tarea a las nodrizas que cuidan de las larvas y de las ninfas cuyo alimento es la miel. A las damas de honor de la reina, que son como exquisitos seres espirituales, muchos las llaman Manllaris. Ellas la sirven expertamente y no la pierden de vista. Hay abejas ventiladoras que batiendo sus alas renuevan el aire de la colmena, activando la evaporación de la miel demasiado húmeda. Hay abejas albañiles, escultoras y cereras, que hacen la cadena y construyen los panales moldeando la cera. Hay recolectadas que van al campo en busca del néctar de las flores. Están también las químicas, que conservan la miel producida del polen, agregando en ella una gota de ácido fórmico por medio de sus dardos. Están las que cierran el tesoro maduro, las barrenderas que conservan la limpieza, las que se llevan a los cadáveres, las amazonas que vuelan de noche velando por la seguridad del umbral, interrogando a las que van y vienen, reconociendo a las adolescentes a su primera salida, espantando a los vagabundos, a los roncadores, a los saqueadores, expulsando a los intrusos, atrincherándose en la entrada y atacando a los enemigos temibles”.
—“Tienen una gama de sonidos y zumbidos para comunicarse, desde la felicidad profunda hasta la amenaza y la cólera, la música para la reina y los misteriosos gritos de guerra de las princesas adolescentes en los combates, los salmos del dolor y las matanzas que preceden el vuelo nupcial. Es probable que no oigamos sino una mínima parte de lo que dicen en sus extraños lenguajes y que emitan una multitud de armonías sutiles que nuestros órganos humanos no puedan percibir. Detectan con rapidez asombrosa a las mariposas siniestras que se roban la miel, que penetra intrusamente en la colmena murmurando una especie de encantamiento irresistible, pero la noticia circula vertiginosamente entre las conmovidas abejas, alertando a las guerreras y guardianas. Mucho más podría decirse sobre la naturaleza y existencia de las abejas, y escribir una gran obra acerca del mundo de estos sabios y enigmáticos insectos”.
El ministro del príncipe asombrado le siguió diciendo:
—“Cuentan las viejas historias que, imitando a las abejas, un famoso emperador fue el primero que estableció porteros, asistentes y guardianes en su cámara, y oficiales en su palacio, y que después de él, los demás reyes supieron llevar hasta la perfección el buen orden y la organización que actualmente se observa en sus respectivas cortes y en sus ejércitos”.
Entonces, el príncipe preguntó a su ministro:
—“Me sorprende que las abejas, aunque salvajes y temidas por muchas personas, no tengan enemistad las unas con las otras, que no se sirvan de su aguijón más que para tomar su alimento, que sólo a veces ataquen cuando son perturbadas de alguna manera, y que elaboren y muestren tanta dulzura”.
El ministro volvió a tomar la palabra:
—“Señor, esos animalitos de rayas amarillas y negras con alas zumbadoras, se gobiernan por común instinto. Pero no sucede así con los hombres, ya que cada uno tiene diferente condición natural. Así como los seres humanos se componen de alma y de cuerpo, que son cosas muy distintas, porque la una es sutil y la otra grosera y material; la primera representa la luz y la otra la oscuridad de las tinieblas, constituye un ser elevado y al mismo tiempo un ser vil y bajo. Cada uno de estos seres quiere sobreponerse al otro: por eso surgen las diferencias que existen entre ellos. Por ese motivo se entregan a la codicia, a la envidia, al odio, a las crueldades, a las imposturas y mezquindades, a las actividades indeseables y a todas las pasiones desordenadas”.
Y si no fuera porque el príncipe maravillado quería descansar, después de ese día de caza en que había observado con fascinación el mundo de las abejas, el ministro le hubiera seguido hablando de ellas durante mil y una noches.
El ratón y el mago solitario
Un mago que tenía una larga barba blanca vivía recluido en un bosque. Un día, cerca de su retiro, vio un ratoncito que había caído del pico de un cuervo. Lo recogió y le dio unos granitos de arroz. Le consiguió más alimento y lo cuidó cariñosamente hasta que pudo restablecerse de su penosa caída.
Cuando andaba por los alrededores de la cueva donde el mago se dedicaba a sus meditaciones y artes secretas, el ratón se encontró con un gato que quiso cazarlo para devorarlo. El ratón huyó asustado y apenas pudo escaparse de la persecución, refugiándose en el retiro solitario del mago, quien era además muy sabio y tenía poderes milagrosos.
—“Señor, señor, ¡sálveme, por favor! Me viene persiguiendo un gato que quiere comerme”. — Le dijo el ratoncito al mago solitario.
Debido al poder que había adquirido por la ejecución de muchas austeridades y prácticas devocionales del yoga, el viejo sabio transformó mágicamente el ratón en gato.
Ese gato fue perseguido por el perro. El gato comenzó a correr lanzando maullidos de temor. Nuevamente pudo escaparse cuando entró en la morada del mago solitario.
—“Señor, señor, ¡sálveme, por favor! Un perro me viene persiguiendo”.—Le dijo el gato al viejo asceta de larga barba blanca que estaba en profunda concentración. Saliendo de su trance, el mago abrió los ojos y comprendiendo la situación, lo metamorfoseó en un perro más grande que el que quería atacarlo.
Pasaron unos días en calma. El perro estaba olfateando cerca de un árbol cuando vio un tigre y se espantó lleno de miedo. Corrió inmediatamente hasta el refugió de su benefactor y le pidió otra vez que lo protegiera, pues había visto un tigre que tenía intenciones de devorarlo. De nuevo, el mago solitario accedió a su petición y convirtió al perro en un enorme tigre de aspecto muy feroz.
Aunque el animal que había transformado era fuerte y temible, el viejo sabio no le consideraba ni más ni menos que como un ratón. Cuando alguien se acercaba a su retiro solitario, decía:
—“Aquí reside el mago solitario que metamorfoseó el ratón en un tigre feroz”.
Sintiéndose humillado por esas palabras, que todos decían cuando pasaban por aquel lugar, el tigre pensó:
—“Mientras viva ese mago solitario, no se podrá olvidar mi vergonzoso origen”.
Y después de hacerse tal reflexión, el tigre quiso matar al mago solitario. Se acercó a la cueva y cuando estuvo frente a él, lanzó un espantoso rugido y abrió sus enormes fauces mostrando sus poderosos y afilados colmillos.
Pero adivinando su propósito, el mago solitario (que siempre estaba unido con Dios en su meditación y poseía el poder de la clarividencia) adivinó el propósito que tenía el animal de saltarle encima para comérselo. Con la rapidez del relámpago, antes de que abalanzara el felino amenazador, pronunció unas palabras mágicas y con un sorprendente chasquido de los dedos ordenó:
—“¡Vuelve a ser ratón”.—Y el tigre volvió a ser un indefenso ratoncito.
Esta historia nos da una lección: jamás debemos intentar atacar a quienes son superiores a nosotros y nos han concedido su bondad. El orgullo y el desprecio contra quienes nos han ayudado generosamente, son ofensas imperdonables. Y la vida se encarga de castigarnos con las reacciones a tales actos de poca nobleza.
Además: nunca se debe elevar a una persona de baja condición a la clase de los superiores, ni al nivel de quien tiene grandes cualidades, así como a nadie se le ocurre poner una sandalia sucia en el lugar de una joya, que debe adornar la cabeza, o de la misma manera que nadie ofrece a los cerdos un dulce manjar lleno de perlas.
Y colorín colorado, estos cuentos se han acabado (hay más) y espero que les hayan gustado
Vaisnava dasanudasa
Visuddha-sattva dasa
(Bhaktivedanta Institute)
OM TAT SAT
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